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Primero fue la puesta a punto de los 3.736 tubos y demás elementos musicales del órgano de la Seu, que acaban de finalizar los organeros Albert Blancafort y Pere Reynés. Ahora, las expertas del Taller Diocesà de Restauració quitan el polvo a la fachada de este instrumento, cuyo origen se remonta al siglo XV.

Como muestran las imágenes que acompañan a esta información, la fachada del órgano, que se asemeja a un retablo de cinco calles, acumula polvo desde que, a finales de los años ochenta, el instrumento fue sometido a una importante restauración.

Antònia Reig, directora del Taller Diocesà de Restauració, comentó ayer que «fueron los mismos organeros quienes sugirieron que se limpiara la fachada», ya que el polvo que la cubría podía echar por tierra su delicado trabajo. Aunque la madera y la pintura necesitarían una rehabilitación, de momento «hacemos una limpieza a fondo» y «aprovechamos para sacar toda la información que podemos en vistas a una posterior restauración en profundidad». Datos como, por ejemplo, que se han encontrado unas pinturas al almagre, «muy sencillas, en forma de ola», en la pared de su parte posterior; u otras «en la parte lateral de los pináculos que repiten el diseño ornamental de los mismos».

«En toda aproximación a una obra poco accesible siempre se encuentran cosas», comenta Reig. Además de las de valor histórico o patrimonial, como las citadas pinturas, también suele haber hallazgos de carácter más anecdótico, «como huesecillos de pájaros o cemento bajo la vidriera».

Además de aspirar kilos y kilos de polvo, las restauradoras han «fijado el dorado» de los elementos decorativos como las tracerías, los calados góticos, los pináculos o la decoración vegetal.

Este lavado de cara a la parte más visible del órgano, un instrumento que sufrió bastantes intervenciones a lo largo de los siglos, está a punto de finalizar, ya que el Cabildo no quiere que las celebraciones litúrgicas que se celebren durante la Semana Santa se vean deslucidas por andamios.