Construir escenas terroríficas a partir de situaciones cotidianas es posible. Y sencillo. Así lo demuestra el director Alfredo Montero (Formentera, 1978) en La cueva. El filme, rodado en 17 días, estará en la Sección Oficial Fantàstic Panorama del 45º Festival Internacional de Cine Fantástico de Catalunya que se celebra en Sitges.
Cinco amigos deciden recorrerse una isla paradisíaca alquilando motos, acampando en el bosque y nadando borrachos en el mar. Hasta aquí puede sonar a las vacaciones de cualquier joven que pasa una semana en Formentera. El problema aparece cuando se adentran en una cueva profunda en forma de laberinto. Se pierden en ella y, a partir de entonces, se convertirá en su peor enemiga. La cueva de Sant Val·lero es ‘el malo' de este drama de terror narrado en primera persona a través de la técnica found footage, la misma que REC.
—¿Cuando surgió la idea de rodar ‘La cueva'?
—Después de Niñ@s, una ficción que representaba una denuncia del abuso sexual infantil y la pornografía, sentí la necesidad de hacer otra película.
—¿Por qué este cambio tan radical de género?
—Porque me costó mucho vender Niñ@s. Es muy dura y el tema de la pornografía infantil es tabú. Buscamos un género más vendible y dimos con el terror. Es al que menos le afecta la piratería porque el público es joven y va al cine a verlo.
—¿Qué le llevó a optar por el recurso de grabar en primera persona?
—Si funciona, el terror se multiplica por dos. Si te arriesgas y fallas quedas en ridículo. Era algo que a nivel de producción es más fácil de hacer porque son todo planos secuencia.
—¿Tiene a ‘REC' de referente?
—Sí, tanto el estilo de rodaje, como en el uso de elementos sonoros. No puede haber una banda sonora al ser un vídeo doméstico.
—¿Cómo fue el rodaje?
—Muy incómoda, pero no es peligrosa, a diferencia de otras que investigué previamente. En la Cova de Sant Val·lero, en es Cap, hay muchas galerías y te das golpes por todo. Los actores venían de Madrid y tendrán cicatrices de por vida que tendrán que disimular en un futuro cuando muestren su cuerpo en otros trabajos.
—¿Qué intenta transmitir en ‘La cueva'?
—Mi intención es que el espectador no esté viendo lo que les pasa a ellos, sino que lo sienta en primera persona. A este tipo de público le gusta sufrir mucho.
—¿Está concebido exclusivamente para amantes del terror?
—No. Es una película con mucho drama. Dentro de la cueva hay un debate moral y ético que me interesa mucho.
—¿Cómo se ha financiado?
—Yo he pagado un 90 %. Espero conseguir una subvención del Ayuntamiento de Formentera para lograr el 10 % restante.
—¿Qué supone ir a Sitges?
—Es un premio y un reconocimiento a nuestro trabajo. Para la película es un punto de partida para darse a conocer a público, productoras y distribuidoras, que es el fin de una película.
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