Rafel Brunet, en el centro, posó con parte del elenco de ‘Blancaneus i els set nans’, que se estrena mañana en el Auditori de Peguera. | Guillermo Esteban

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«Espejo mágico, ¿quién es en este reino la más hermosa?», le preguntaba la reina a su espejo. «Muy admirada es su belleza, majestad, pero hay una joven que es más bella», le respondía este. La reina, atormentada, exclamó: «¡Blancanieves!» Así es como sucede en la película de Walt Disney, pero Rafel Brunet cambia la historia. Propone una versión remasterizada y musical. «No es tan ñoña y el protagonismo recae en los siete enanitos, mucho más reales que en la cinta Disney», reconoce el director del montaje Blancaneus i els set nans, que se estrena mañana, a las 18.00, en el Auditori de Peguera.

Brunet, reconvertido en un fauno con zancos, narra el cuento desde las alturas. «Las líneas son parecidas al cuento de los hermanos Grimm y la estética recuerda a la de Disney», explica el director. En la puesta en escena, uno de los aspectos más complicados a la hora de representar a los enanos era la altura. «Utilizamos máscaras para agrandar la cabeza de los actores y que dieran la sensación de enanos», argumenta Brunet, que no quiere desvelar el secreto de cómo acortan las piernas. «Que cada uno represente un estereotipo da mucho juego», acepta.

Para el papel de la reina buscaba a una mujer «extremadamente atractiva y sensual». Claro, porque es la más guapa del reino. La encontraron en los cásting convocados durante el mes de mayo. Se llama Penélope Picornell. Para interpretar a Blancanieves se decantaron por Marta Jaume, exconcursante del programa televisivo La Voz. «Intentamos hacer apología del verdadero amor, el que rompe barreras económicas, sociales y de distancia», comenta Rafel Brunet sobre el vínculo de la protegida de los enanitos con el príncipe (Toni Vallés).

De la parte musical se encarga el compositor Jaume Carreras, con quien Brunet ya trabajó en anteriores musicales como El Zorro o La Bella y la Bestia. «Son canciones folk de estilo irlandés que dan la sensación de cuento de hadas y suponen el ochenta y cinco por ciento de la obra».

Seguro que los espectadores saldrán del auditorio silbando aquello de «Hi-Ho, hi-ho, a casa a descansar...».