Domingo Zapata posó ayer en la sala del barrio de Polanco de la capital mexicana donde expone sus obras. | Joan Socies

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Al igual que les ocurrió a Leonardo Di Caprio y Johnny Depp, la jet set mexicana ha quedado hechizada con la obra del artista mallorquín Domingo Zapata, un «soñador» que triunfa desde hace años en Nueva York con «mucho trabajo» y «un poquito de suerte», como reveló ayer.

En una exposición inaugurada esta semana con el título de Matador, Zapata presentó catorce obras en una sala del selecto barrio de Polanco de la capital mexicana y prácticamente todas están ya en manos de coleccionistas locales.

«Creo que hemos vendido casi todo. Tendremos que volver», indica entre contento y sorprendido este neoyorquino de adopción, de 39 años.

La obra presentada en México, cuyo valor por pieza oscila entre 54.000 y 115.000 euros, está compuesta por doce cuadros pintados con acrílico sobre lienzos de algodón y lino, más dos esculturas.

Los toros y el malagueño Pablo Picasso fueron la inspiración de Zapata para crearla. «Quería buscar una serie que tuviese algo que ver conmigo y con mi heritage (herencia), mi pasado, y a la vez que estuviese vinculado con México. Por eso me decidí a hacer una serie taurina. Además, como soy gran aficionado a Picasso, es un poco un homenaje», explicó. La pintura fue ejecutada de manera «muy espontánea, con la mano muy ligera, sin prestarle atención al detalle», y se complementa con dos chaquetillas usadas de torero, confeccionadas por el especialista Justo Algaba y «reinventadas» a brochazos.

Se trata del bautismo en América Latina para Zapata, quien muy pronto se verá reflejado también en una obra de 18 x 18 metros que colgará de una pared en el salón de entrada de la Torre de la Libertad, el edificio que sustituirá al World Trade Center. «Lo que hice fue una bandera americana de un ‘collage' de materiales de los cincuenta estados de Estados Unidos y las estrellas son de acero pulido», de manera que «cuando entras y ves la obra te reflejas en ella».