TW
0

El Mirador, un escaparate doméstico cedido por Lluís Fuster, se ha convertido en un dibujo en papel. Su artífice es Claudio Capellini, artista habituado a trabajar los puntos de observación. En este caso, el creador transformó el espacio en una fotografía en blanco y negro tomada desde la calle Ses Cantons, número 6, del Casc Antic de Palma, donde se ubica El Mirador.

«Elegí un dibujo contextualizado con la arquitectura del lugar, como si dentro no hubiera nada», relata Capellini antes de puntualizar lo siguiente: «Realmente está el taller de un artista [Lluís Fuster], pero es como un pasaje de varios creadores que van pasando por él».

Ficción
La intención inicial de Capellini es que los viandantes atisben, en el patio interior que ha ideado, «un punto de ficción y una justificación del dibujo» ya que, según cuenta, «visto desde arriba se ve completamente deformado y estirado». Sin embargo, desde la calle, «parece como que hay alguien en la terraza». Ese alguien es un autorretrato del propio Capellini empuñando una maleta. Junto a él ha situado a la dibujante Marcela Rapallo. «Es una compañera que iba a venir al festival Còmic Nostrum, a participar en la actividad Dibujo en escena, pero finalmente no podrá asistir», lamenta.

En el dibujo aparece un tercer individuo de menor tamaño. «Es Lluís Fuster», desvela Capellini, quien lo ha incluido a modo de homenaje por el proyecto y por haber contado con él para intervenir su balcón.

«El dibujo en sí es una justificación para reflexionar sober cómo miramos», concluye Claudio Capellini.