Sebastià Portell, Pau Vadell, Ester Andorra y Maria Bohigas, en una mesa redonda. | Carles Domènec

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En la literatura catalana, los autores mallorquines suelen ser reconocidos por su riqueza léxica, por la capacidad de sorprender y por la mezcla de sensual refinamiento y dureza casi ancestral. ¿Son esos calificativos simples tópicos? Esa pregunta se debatió en una mesa redonda a cargo de editores y autores, el pasado miércoles, en el marco de la Setmana del Llibre en Català de Barcelona, que cerró ayer sus puertas.

«No es un tema de léxico, sino de universo, hay muchas cosas a considerar al hablar de los autores mallorquines, es un mundo lleno de variaciones», aseguró Maria Bohigas, responsable de Club Editor, sello que ha publicado recientemente Veus al ras, de Sebastià Perelló, y también ha reeditado Els carnissers, de Guillem Frontera, y El mar, de Blai Bonet.

«En muchos casos, hay una frontera clara a partir de la Guerra Civil, a la hora de crear, entre los autores del Principat y los de Mallorca», afirmó Bohigas, quien argumentó que «los mallorquines tienen una relación con el público más inmediato que es más bélica y cortante, existe una consciencia de la destrucción como afición de mucha gente».

La editora señaló que «la destrucción es una obsesión que atraviesa la literatura mallorquina, son autores con mucha vista para detectarla, de ahí salen grandes obras como El mar, la desaparición de un mundo». Además, Bohigas aseguró que «la literatura mallorquina sufre una gran desgracia porque es uno de los núcleos más potentes de la literatura catalana pero su recepción en el Principat se suele fijar en aspectos pintorescos».