Antònia Vicens, Premio Nacional de Poesía, durante la entrevista. | Youtube Ultima Hora

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La narradora y poeta Antònia Vicens (Santanyí, 1941) estaba «haciendo un sofrito para el arròs de peix» cuando recibió una llamada de Olvido García Valdés, directora general del Libro. Le anunciaba que el jurado del Premio Nacional de Poesía, que concede el Ministerio de Cultura junto a 20.000 euros, le había elegido ganadora del mismo por su libro Tots els cavalls (Edi. La Breu, 2017) y le contó que sus integrantes «se habían emocionado mucho» al leerlo. Después volvió a sonar el teléfono. Era el ministro, José Guirao, para felicitarle y preguntarle si viajaría a recoger el galardón. «Le dije que sí, ¿por qué no habría de ir? La literatura es universal aunque escribas en un idioma que solo lo hablen dos personas».

¿Cómo recibió este premio, que se considera muy importante?
—Emocionada. Conseguí terminar el sofrito que estaba cocinando porque tuve los reflejos de quitar la cazuela del fuego, y el teléfono ya no paró de sonar, me llamaban periodistas y uno me llegó a preguntar: «¿Sabe que habrá gente que se pondrá en su contra?» Se refería a que, siendo catalana, si recogería un premio del Gobierno español y le contesté que la literatura tiene que estar por encima de las fronteras.

Sorprende que con su curriculum y tantos premios algunos de sus libros no se encuentren fácilmente.
—Tengo que decirle que una editorial quería editar la Biblioteca Antònia Vicens [la obra completa] pero a mí me pareció excesivo; el año que viene publicarán La Santa, 39 graus a l’ombra [novelas] y también está previsto que salga el poemario Lovely (2009) por los diez años de su publicación; se mueven cosas, pero los libros están al margen de la autora; ella los escribe y, después, hacen su propio camino.

La joven de Santanyí que se empeñó en escribir ha llegado lejos.
—Quería ser escritora, de niña vivía en Santanyí y ya escribía, sigo escribiendo, por tanto soy la misma, no he cambiado.

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¿Qué sacó de sí en Tots els cavalls para emocionar al jurado?
—El libro surgió de un sueño. Soñé con un valle verde, precioso, y cuatro caballos que eran de color verde, amarillo, negro y blanco. Esa belleza me acompañó durante varios días y me preguntaba el motivo por el que había soñado con caballos, porque yo tengo perro, gato, pero... Después recordé que eran los colores de los cuatro jinetes del Apocalipsis: el hambre, la guerra, la muerte...y me horroricé un poco. Esto me sirvió para echar una ojeada al mundo que nos rodea, el horror y la belleza que hay, y de todo eso nació el libro.

¿Se considera ahora más poeta que narradora o, simplemente, escritora?
—Simplemente escritora, es un sueño que se ha realizado. En mi caso es costoso porque como escribo sobre el dolor o personajes desvalidos, sufro con ellos

¿De dónde surge su poesía?
—A veces del subconsciente, pero tienes que estar en silencio, porque las cosas no salen así como así; también surge de dentro de ti porque solo ahí está tu propia voz. Puedes escribir de cualquier cosa, pero tu dolor, alegría, placer solamente están dentro de ti. A veces tienes que cavar mucho, puedes encontrar mucha mierda dentro de ti, pero solo ahí está esa voz. La poesía, en mi caso, tiene que emerger de la total sinceridad, no de lo que vivo, que también, porque al fin y al cabo lo que piensas lo vives. Por ejemplo, respecto a esos caballos, algo debía tener yo dentro de este pozo. Hay que ser valientes, escribir con autenticidad.

Sus convicciones políticas saldrán a relucir con este premio.
—Más que convicciones políticas yo creo en la libertad y en que las palabras son libertad. Parece que las palabras están vedadas, hablar está vedado, votar está vedado. ¿En qué democracia vivimos? La persona hasta tiene derecho a odiar, pero otros tienen derecho a amar. No hay que tener miedo a decir si los presos políticos [catalanes] lo son, que lo son.

¿Nunca ha tenido miedo o no lo tiene a estas alturas de su vida y su carrera?
—Supongo que siempre he sido un poco irresponsable porque si hubiera tenido miedo nunca hubiera escrito. Como mujer, en aquellos años...pero decidí ser yo misma, estar en mi rincón y esto te da mucha libertad para decir lo que piensas. Si trabajas con las palabras y cuando hablas no puedes emplear las que tu crees que son las tuyas, ¡ya me dirá qué gracia tiene!