En la última entrevista a este periódico advirtió que La vida dels cossos no era «moralmente apta hasta los 35 años». ¿Realmente es para tanto?
— El famoso capítulo 19 es el que más mueve al lector, por decirlo de alguna manera. De todas maneras, no es un libro groller, vulgar o porc. No lo podría haber escrito.
¿Es el libro más erótico que ha escrito?
— Siempre hay un punto de erotismo en mis libros, pero es verdad que en este está más concentrado y también más presente de forma explícita, pero como también lo está en nuestra vida cotidiana que sale en un momento u otro. Hay escritores que, a medida que se hacen mayores han desarrollado más ese erotismo. Así que sí, diría que es la novela en la que hay más tensiones de este tipo. En mi caso, creo que he ganado pudor con el tiempo, aunque eso no quiere decir que no pueda tratar esos temas. Eso sí, nunca me encontrarás con un tipo de indagación que implique demasiado al lector.
Además de erotismo también hay mucha amistad.
— Sí, de hecho en el fondo es como un canto a la amistad. Lo que tenía claro desde el principio era ese trío de amigos que tienen todas las circunstancias para acabar mal entre ellos, pero está ese pacto implícito de lealtad que se mantiene hasta el final. Esa capacidad de las personas de superar muchas pruebas y de mantener algo que nace desde muy niños. Algo que también nace por amor desde la atracción sexual y desde la solidaridad.
Paula Moncada es la que lleva el mayor peso de la novela.
— Sí, es el personaje que he elegido para contar la historia de estos tres amigos.Es un personaje al que todos no podemos sentir identificados. Todos tenemos un poco de Paula, lo que algunos lo tendrán más controlados que otros Esa forma de vida totalmente desahogada, hedonista que opta ya desde pequeña y que anticipa lo que será una mujer totalmente entregada al deseo hasta el final, cuando muchas mujeres pierden ese deseo sexual; un ejemplo curioso de mujer mallorquina...
El título ya sugiere ese importante carácter de corporalidad.
— Sí, también mucha fisicidad. Los cuerpos son los protagonistas. También hace referencia a que ella no quiere secar ninguna rama de su cuerpo, quiere ser cuerpo hasta el final; Bernat Rave también y Salvador que, hasta el último momento, intenta poseer el cuerpo de Paula.
Al leer esta novela uno se siente un poco voyeur, ¿también el autor?
— La del voyeur es una afición que tiene que tener todo escritor. Un autor tiene que ser un poco voyeur.
También es importante el escenario de la historia: la Barcelona de la transición, el Madrid de finales del franquismo y la Mallorca en los inicios del turismo.
— En todos mis libros creo que están presentes estos saltos, esos inicios y esos finales y explosiones. Ellos dos tienen ese pequeño hotel, que luego crece y crece y alquilan a un touroperador. ¿Por qué, si al principio era todo tan bonito? Luego también está la casa que era de un facha que participó en la guerra del Congo que se convierte en un burdel. Este detalle también tiene una importante carga simbólica y que el lector atento sabrá apreciar. Esta la gran historia de los personajes que se mueven en un entorno que cambia constantemente, menos la lealtad entre los amigos.
¿Cómo le dejó la escritura de esta novela?
— Es raro, porque cierras el cajón que luego, una vez publicado el libro, vuelves a abrir para promocionarlo, presentarlo, hacer entrevistas. Estás muy bien hasta que vuelves a notar los efectos del veneno.
¿Está preparando una nueva novela?
— Sí, el título provisional es Assumptes pendents. Los escenarios son diferentes puntos de Mallorca y también Haití, República Dominicana y Río de Janeiro. Me divierte mucho el proceso. Con la edad, se amplía el concepto de libertad a la hora de escribir. Esa ampliación e algo que he querido plasmar con Paula, que dice que ha llegado al sexo por una ampliación del concepto de amistad y sin complicaciones amorosas.
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