La Komische Oper - la Ópera Cómica- de Berlín, de la que Kupfer fue director general durante 21 años, entre 1981 y 2002, expresó hoy el «gran pesar» de todo el colectivo.
«Su excepcional instinto artístico, su dirección virtuosa, su apasionada forma de comunicar, su gran amor por el detalle y el ritmo y su humor único y maravilloso hicieron de él uno de los directores de ópera más excepcionales e influyentes de los últimos sesenta años», dijo Barrie Kosky, director general y artístico de la Komische Oper Berlin, en un comunicado.
Según el australiano, «prácticamente ninguna otra personalidad del mundo del arte estuvo tan profundamente ligado artísticamente y emocionalmente a la Komische Oper como Harry Kupfer».
«La Komische Oper fue su hogar artístico y siempre estará con nosotros en nuestro pensamiento y en nuestros recuerdos. Estamos profundamente apenados por la muerte de 'nuestro' Harry y le enviamos nuestro pésame a su familia», agregó.
A título personal, afirmó que durante sus estudios, ningún otro director influyó de igual manera en él como Kupfer.
«Durante los años ochenta, cuando era un estudiante joven e inocente procedente de Australia, vi más de una docena de montajes de Kupfer en Alemania y en el resto del mundo. Dejaron en mí una impresión inolvidable que aún hoy llevo conmigo», dijo.
Desde su marcha en 2002, Kupfer regresó recién este año a la Ópera Cómica de Berlín con la que se ha convertido en su última puesta en escena, la de «Poros», de Händel, estrenada el pasado marzo.
También el alcalde-gobernador de Berlín, el socialdemócrata Michael Müller, se mostró a través de su cuenta de Twitter «profundamente afectado por la muerte del gran director de escena» y afirmó que la Ópera Cómica de Berlín «tal como es hoy, no podría imaginarse sin él».
Kupfer, cuyos montajes, subraya el teatro berlinés, «se enmarcan en la tradición de la opera realista como legado del fundador de la Komische Oper, Walter Felsenstein», nació en 1935 en Berlín, estudió Arte Escénicas en Leipzig y comenzó su carrera en Halle - donde debutó a los 23 años con «Rusalka», de Dvorak-, Stralsund, Karl-Marx-Stadt (actual Chemnitz) y Weimar.
La fama internacional le llegó con sus puestas en escena en Dresde y a partir de los años setenta en la Staatsoper -la Ópera Estatal- de Berlín y aún en tiempos de la República Democrática Alemana (RDA) fue invitado por las óperas de Graz, Copenhague, Amsterdam, Cardiff, San Francisco, Moscú y Zúrich.
En sus más de 175 montajes destacan sobre todo las puestas en escena de obras de Strauss, Wagner y Mozart.
En los Festivales de Bayreuth dirigió en 1978 el montaje de «El holandés errante» y diez años más tarde, en 1988, «El Anillo del Nibelungo», junto a Daniel Barenboim.
Entre sus puestas en escena más recientes figuran «El caballero de la rosa», de Strauss, para los Festivales de Salzburgo; «Una vida por el Zar», de Glinka en la Ópera de Fráncfort en 2015; y «Macbeth», de Verdi, en la Staatsoper de Berlín, en 2018.
Entre los hitos de su carrera figuran asimismo la producción de un ciclo de las principales óperas de Wagner en la Staatsoper de Berlín con Barenboim.
Trabajó con destacados directores de orquesta, como Claudio Abbado, Gerd Albrecht, Herbert Blomstedt, Sir Colin Davis, Simone Young y Zubin Mehta, entre otros, y había sido condecorado en diversas ocasiones.
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