La cantante y compositora mallorquina Maika Makovski. | DAVID MARTÍN PAGE

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Es una de las voces más exitosas que han dado las Islas en los últimos años y, en pocos días, sus canciones volverán a sonar sobre un escenario de Mallorca. La cantante y compositora Maika Makovski (Palma, 1983) es una de las caras del cartel del ciclo Sons de Nit, con el que recalará el próximo 2 de julio en el Claustre de Sant Domingo de Pollença.

Lo primero: ¿Cómo está? ¿Cómo ha pasado estos meses de confinamiento?
—Al principio tuve un poco de bajón, pero entonces comprendí que se trataba de encontrar un propósito y volví a pintar. Era algo que en mi día a día no tenía tiempo de hacer. También he escuchado mucha música, he vuelto a leer como hacía antes. Sobre todo, me he dado cuenta de que hay muy pocas cosas importantes en ese mundo tan frenético en el que estábamos y al que, probablemente, volveremos.

Muchos artistas han aprovechado la pandemia para crear, ¿es su caso?
—Me he dedicado, sobre todo, a pintar. También es cierto que el día antes de que estallase el estado de alarma estábamos ensayando. No nos habíamos dado cuenta de lo grave que era el asunto y dejamos todos los instrumentos en el local de ensayo, y allí siguen como en Grandes esperanzas. Es una cápsula del tiempo que espero abrir mucho.

El ciclo Sons de Nit se mantiene a pesar de que la mayoría de eventos se han suspendido o aplazado. ¿Cómo valora esta decisión?
—A nivel personal, me ha hecho mucha ilusión. No solo porque es el único concierto que me ha quedado en julio, sino que es en mi tierra. Es alegría por partida doble. Valoro mucho que se mantenga Sons de Nit, me parece muy valiente. Casi todo el mundo ha decidido cancelar o aplazar, y yo creo que el público lo va agradecer mucho. Las almas tienen hambre de un poco de música, de arte, de eso que tenemos los humanos para darnos los unos a los otros.

Ya se han visto imágenes de conciertos, con aforos reducidos, distancia social, mascarillas, ¿qué le parece esta ‘nueva normalidad' en los conciertos?
—Me lo puedo imaginar. Me parece ‘chocante', pero yo la verdad es que no creo que esto se vaya a convertir en algo habitual, para siempre jamás. Creo que es algo temporal y, en cualquier caso, no me parece muy complicado hacer el ejercicio de imaginar que hay caras debajo de esas mascarillas.

Su último trabajo se remonta al año 2016. ¿Podemos intuir que hay algo nuevo a la vuelta de la esquina?
—En octubre del año pasado entré en el estudio, en Tucson (Estados Unidos), y grabé dos discos, ni más ni menos. Entonces, estaba a punto de salir el primero de estos dos discos, pero claro, todo esto estalló. De todas formas, tuve la suerte inmensa de no haber empezado nada, haber gastado tiempo, dinero y recursos, y la atención al público por algo que debía haberse parado de manera tan radical. Así que, dentro de muy poco, se publicará el primer single del que será mi séptimo álbum ya. Yo diría que este julio estará fuera. Lo cantaré el día 2 en Pollença. Espero no desmerecer a la canción porque será a piano y guitarra.

Ayer regresó a la televisión con La Hora Musa. ¿Cómo se desenvuelve en la faceta de presentadora?
—No fue fácil, sobre todo el primer año. El segundo tampoco. Como presentadora no tenía experiencia. Tenía miedo de no estar a la altura o no tener la sensibilidad suficiente de sacar todo lo que quería de las entrevistas, por ejemplo. Tampoco conocía a mi equipo, hasta qué punto podía confiar en él. Luego me di cuenta de que estaba rodeado de gente fantástica, de un gran equipo. Disfruto mucho del programa. Las entrevistas son charlas para mí, a pesar de que me las preparo mucho. Al principio fue bastante surrealista.

Este 2020 se cumplen 15 años de la publicación de su debut. ¿Qué balance hace de este tiempo?
—Me doy cuenta de que mis expectativas siempre han sido muy sanas, y creo que eso me ha mantenido a flote. Veo a otros artistas que tienen también hambre de hacer solo mejores discos, y de superarse, pero también veo a gente que lo pasa muy mal, no reciben su música como ellos querrían. Su expectativa es esa. Para mí, todo lo que ha ocurrido fuera de mis discos y mi ambición artística ha sido un regalo. Se puede imaginar que me siento muy afortunada, he recibido mucho regalos.

Regalar cultura en Internet durante estos meses ha sido muy criticado. ¿Cómo lo ve usted?
—Creo que todos deberíamos saber que la cultura tiene que costar dinero, pero por otro lado no es algo que me enfade, el hecho de regalarla en este tiempo. A mí, lo primero que me importa es ser coherente con lo que siento y lo que hago, entonces sí me apetece regalar un concierto en redes, lo haré, entiendo a mis compañeros que lo han hecho. Se sentían así y lo han hecho. Es respetable.

¿Qué espera del futuro?
—Lo único que me pido es entusiasmo. Espero seguir teniéndolo y seguir haciendo música con pasión. También vivir en el campo. Y exponer mis pinturas, me encantaría que fuera en Mallorca.