¿Cómo llega un mallorquín al Cirque du Soleil?
— Yo me retiré de la competición en 2015 y durante tres años fui profesor de acrobacias y me formé como bailarín. Mi currículum se combinaba muy bien y decidí probar suerte mandando mi candidatura, y me llamaron a los cuatro días y fue genial porque entré en el número Alegría, que fue el primero que vi de ellos y pensé: ‘Yo quiero estar ahí'. Cuando le preguntas a la gente por el Cirque du Soleil siempre te hablan de Alegría y la verdad es que es muy grande poderlo hacer y además haber estado en la creación fue brutal.
¿A qué se refiere con «la creación de Alegría»?
— La creación es cuando van a abrir un show y necesitan que el director artístico y el productor lo creen de cero. Son los que piensan qué se va a hacer y cómo se va a hacer. Van haciendo pruebas y cambios, y es lo bonito. La mayoría de acróbatas entran con el show creado, pero yo pude estar en la creación y aunque es muy duro porque estás todo el día de lunes a sábado, luego puedes decir que es tuyo, que has hecho una creación.
¿Hay mucha diferencia entre competir y el mundo del circo?
— Es un mundo nuevo. Cuando compites no lo disfrutas mucho. Haces lo tuyo, terminas y te vas a tu casa. Quedas primero o segundo, pero ya está, no lo valoras tanto, pero el circo es diferente, es una energía, una sensación increíble con la vibración del público. Es como una adicción y por eso quiero volver.
Este año estuvo muy cerca de volver a Canadá.
— Sí, fue un poco de mala suerte. Llevaba cinco meses entrenando, poniéndome en forma y ya tenía todas las compras hechas para viajar allí. El día 21 de marzo tenía que estar en Canadá y el vuelo lo reservé el 20, pero una semana antes cerraron las fronteras y no pude ir. Me enviaron un email que decía: ‘Vamos a cerrar todo, y en dos semanas todos los shows estaban cerrados'.
¿Se imaginaba la declaración de quiebra?
— Se intuía, pero no se sabía. Tenían una deuda muy grande y ya estaban intentando recuperarlo y salvarlo con ayudas del estado e inversores. Yo creo que han declarado la bancarrota para tramitar cosas y protegerse, por así decirlo, y este año les toca hacer papeleo y muchos trámites.
¿Estamos ante el fin del Cirque du Soleil?
— Siendo realistas, este año creo va a ser todo burocracia, pero el año que viene saldrá adelante. El Cirque du Soleil tiene que volver porque es uno de los más míticos del mundo entero y yo tengo la tranquilidad de que Alegría volverá y no solo eso, sino que además será uno de los primeros números que retomarán.
¿Por dónde pasa su futuro más próximo?
— Yo soy optimista. Creo que el Cirque du Soleil volverá y yo volveré con él, pero sí que estoy seguro de que esa adrenalina, el saber que estoy en tensión a doce metros de altura, eso me atrae y me gusta, y no me aburre nada. Las emociones fuertes son mi ilusión y al fin y al cabo es mi sueño y seguiré luchando por ello mientras el cuerpo aguante, que yo creo que aguantará.
¿Le veremos en Mallorca en lo alto de la carpa con Alegría?
— Esa es una motivación personal que tengo para no tirar la toalla. Aquí, en España, no hay mucha cosa de este tema y el futuro pasa por irse fuera, pero me encantaría poder crear algo aquí con el tiempo, que se pueda mover por España y una ilusión que tengo es poder hacer Alegría en Mallorca y retirarme después de haber actuado en casa con mi gente, pero de momento hay que tener paciencia y seguir luchando.
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