La llegada de Baltasar Porcel (Andratx, 1937 – Barcelona, 2009) a Barcelona, procedente de Mallorca, tuvo lugar el 22 de abril de 1960. Inicialmente, se instaló en casa del crítico literario Joan Triadú, con ganas de empezar una nueva etapa y gran ambición literaria. Diez años más tarde, el 6 de enero de 1970, recogía en el hotel Ritz el Premi Josep Pla por la obra Difunts sota els ametllers en flor, que consolidaba lo que se llamarían las novelas del mito de Andratx, como Solnegre (1961), La lluna i el Cala Llamp (1963) o Els argonautes (1968). Sergio Vila-Sanjuán (Barcelona, 1957) se ha fijado en esa década de crecimiento para dar forma a El jove Porcel (Destino, en castellano, y Edicions 62, en catalán).
De la vida de un jovencísimo Porcel en Palma, antes del inicio de la etapa barcelonesa, Vila-Sanjuán señala que «se puso trabajar en la imprenta Atlante, del empresario Pere Serra (futuro gran amigo)». El último Premio Nacional de Periodismo Cultural, que conoció a Porcel en 1980, apunta que «me pareció un personaje interesante para entrevistar». Años más tarde, su relación se intensificó al coincidir en el diario La Vanguardia y llegó a organizar un congreso en la Pedrera (2007), sobre el escritor de Andratx.
«Al publicar El cor del senglar (2001), le acompañé a Mallorca, donde pasamos un largo fin de semana y me enseñó los paisajes y me presentó a algunos de los personajes de su infancia y juventud», señala el biógrafo.
Fue el editor Emili Rosales quien le propuso, en 2013, la realización de la biografía, cuya estructura rehízo varias veces. «Al final, me centré en la etapa de ascenso, la época solar, también la más desconocida, a través de la que se dibujaba toda una época de la cultura y la vida en Barcelona y España (y el mundo)», cuenta Vila-Sanjuán.
Contacto
El libro empieza con el contacto de Porcel en Barcelona con el catalanismo. El mallorquín asiste al juicio del joven médico Jordi Pujol, acusado de una conspiración catalanista, y que terminaría con el futuro presidente de la Generalitat en la cárcel. Porcel llegaría a ser el hombre de confianza de Pujol, cuando éste compró la revista Destino a Josep Vergés. El jove Porcel acaba con un momento cumbre, el viaje de Porcel a China.
Vila-Sanjuán, que fue alumno universitario de Carme Riera, recupera las palabras del periodista Josep Faulí sobre Porcel: «entre el Premi Ciutat de Palma de 1958 y el Josep Pla de 1970, media una de las carreras literarias más prodigiosas de nuestra cultura». Se indica que la entrega del Pla coincide con el final de la relación con la escritora Concha Alós y la entrada en su vida de Maria Àngels Roque, su futura esposa y madre de sus dos hijos, Alexandre y Violant.
Porcel conoció a Roque en un viaje en Talgo a París, donde iba a cubrir un recital de Raimon en la sala Olympia. Entre las múltiples anécdotas que se describen, el editor Josep Maria Castellet rememora que «esa visita a París, en 1969, daría para mucho, fuimos a ver el musical Hair, que le encendió, todo acababa con la subida de los espectadores a los escenarios desnudándose, junto a los actores y Baltasar, fuera de sí, también se mezcló entre los espectadores más atrevidos, la última imagen que recuerdo de él es bajándose los pantalones sobre el escenario».
El libro narra la capacidad de Porcel por hacerse un hueco en el panorama literario y relacionarse con el poder, y describe con anécdotas la amistad con las principales personalidades culturales de la época. Se detalla la influencia de Llorenç Villalonga, Camilo José Cela y Josep Pla, que en cierto modo moldearon su ansia literaria.
Toni Catany
En el apartado dedicado al encuentro con David Ben Gurion, en Tel Aviv, y el reportaje de la Guerra de los Seis Días, con el mallorquín ya consagrado como periodista y entrevistador, Vila-Sanjuán se fija en el fotógrafo Toni Catany, que le acompañó en la elaboración de esas crónicas.
«Se conocieron a través de un grupo de mallorquines que tenían una tertulia en la Facultad de Bellas Artes, lo siguió en una serie de reportajes sobre las Balears para La Vanguardia y, cuando surgió el proyecto de viajar a Egipto e Israel para Destino, durante veinte días, le propuso ir juntos». Vila-Sanjuán advierte que «las fotografías de Catany son claves para consolidar la imagen de Porcel en la Barcelona de los sesenta».
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