Siguiendo el criterio de menos es mas, Retorn Vol. I renuncia a cualquier exceso. No es algo premeditado: «Lo planteamos como un disco de continuidad, para no estar parados. Veníamos de publicar Ànima niu en 2019, que gozó de una gran acogida entre el público, y fue galardonado con el premio Enderrock a mejor disco pop-rock de Balears. Como teníamos algunas canciones en el cajón, y seguíamos escribiendo nuevos temas, planteamos grabar un nuevo disco, pero tenía que ser algo fácil», explica Pep Àlvarez.
Pero, ¿qué les llevó a plantear su publicación en dos volumenes? «Hoy en día la música se consume de una manera muy diferente, vas con el dedito de single en single en Spotify. Los discos de doce o trece canciones han pasado a la historia. Nosotros teníamos catorce, por lo que decidimos hacer dos entregas», avisa el músico.
Anegats es un nombre recurrente en las listas de ‘imprescindibles' del panorama musical en catalán. Tras granjearse un nombre, acumulan más de veinticinco años ante los micrófonos, atrás quedó la fase en la que su futuro lucía borroso. Se las arreglaron para salir del bache, capearon las modas cambiantes de los 90, recuperaron fans perdidos y, de retruc, pescaron un buen número de seguidores. Hoy, con un perfil musical reforzado, levantan el pie del acelerador para desviarse ligeramente de su pegada rockera.
¿Entenderá el público este alejamiento de sus raíces? «Si, sin duda. Esta primera entrega de Retorn es esencialmente acústica. Lo hicimos a propósito para poder tocar en aforos limitados, como teatros, claustros, etc. La segunda entrega será eléctrica, para entonces la vacunación ya estará muy avanzada, y entonces cambiaremos las escobillas por las baquetas.
Honestos
En cuanto a la percepción de los seguidores, yo creo que tenemos que ser honestos como autores, y si componemos canciones más intimistas y domésticas, pues hay que respetar esa composición», desliza el cantante. A quien le produce «curiosidad» la acogida que el público dispense a sus nuevos temas.
Más allá de derivas genéricas, Anegats conserva sus señas de identidad (armonías vocales, estribillos diáfanos y esa facilidad innata para crear fogosos himnos), ocurre que ahora las guitarras lucen desenchufadas, ajenas al estruendo, en acústica y armoniosa calma. Ni los más puristas podrán alzar la voz, la banda mantiene muy vivos sus signos de complicidad con aquello que les acerca al público: letras que hablan de la vida, de la superación, del crecimiento personal, de relaciones más sanas y positivas, de sueños, de anhelos…
Referentes que han dejado huella y momentos irrepetibles. «En Retorn encontraréis letras con un grado justo de sinceridad y poesía, de experiencia personal y de intimidad. Con una consciencia muy conectada a un sentir universal, a un cierto existencialismo, pero sin alejarnos de nuestro lenguaje costumbrista. Así es como vivimos la música, como una experiencia que conecta nuestra identidad personal con nuestro anhelo espiritual», zanja Àlvarez.
Resulta alentador que, mientras Hollywood demora el estreno de sus grandes producciones, y bandas de gran calibre hacen lo propio con la publicación de sus nuevos discos, existan bandas como Anegats que se lanzan al ruedo en plena pandemia, conscientes de que su producto podría pasar desapercibido. Pero Pep Àlvarez y sus muchachos necesitaban reconectar con la música. «La música, y el arte en general, es de los pocos caminos que tiene el ser humano para conectar con algo superior, para trascender de él mismo como animalito estúpido y asqueroso que se carga el planeta. Sin arte, la extinción de nuestra especie sin duda seria más rápida y justificada», expresa.
Puesta de largo
Tras su paso por el escenario del Teatre de Lloseta, Anegats seguirá con la puesta de largo de sus nuevas canciones por toda la Isla. «Tenemos once confirmaciones y seis reservas más, el planteamiento en acústico está funcionando», concluye.
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