Ahora protagoniza The most beautiful boy in the world, documental de Kristina Lindström y Kristian Petri que se estrenó ayer en el Atlàntida Mallorca Film Festival para explicar no solo qué pasó con aquel niño, sino quién es el hombre en que se ha convertido y el precio que pagó después de que Visconti le ‘regalara' el título de ser el chico más bello del mundo. «No hay nadie, y mucho menos ningún joven, preparado para ser el más bello del mundo». Andrésen lo dice con tranquilidad, voz baja y la seguridad de haber sido él ese joven.
El documental ahonda en unos tiempos oscuros para él, en los que se aprecia, sin dudas, la incomodidad y la desubicación de un niño que se dejaba llevar y del que nadie cuidó. A pesar de todo, echar la vista atrás no fue difícil ni tampoco lo fue el convencerle para protagonizar este filme. Él mismo confiesa que «Kristian [Petri] y yo nos conocemos desde hace muchos años y al principio pensé que sería algo de 10 o 15 minutos. De pronto, me vi en un vuelo a Japón y me dije: vale, igual dura un poco más».
Todo lo que él dice durante la cinta, en la que se ve no sólo el apartamento en el que vive actualmente –y del que amenazan con desahuciarle–, su novia Jessica, la relación con su abuela o la extraña desaparición de su madre, es el fruto de «conversaciones y diálogos que salían solos, muy naturales, porque eran personas en las que confío», detalla.
Su mayor duda con el filme, de hecho, «es qué interés puede tener y me sorprende que lo esté teniendo», aunque aclara que «si puede servir a alguien en algún lugar pues, entonces, seré feliz». En cierto sentido, el documental también trata de poner el foco sobre las etiquetas y la desatención, y evitar que este tipo de cosificaciones ocurran. Por ello, sobre qué debería haber ocurrido de otra manera para que las cosas hubieran salido mejor, Andrésen no duda en contestar que «Visconti exageró mucho con esa frase y podría no haberla dicho», porque fue entonces cuando se «desató la tormenta».
Medio siglo después, Andrésen camina por la vida sin prisas. Se ha reconciliado con la actuación (aparece en Midsommar, de Ari Aster) y es músico. Estos días, además, pisa Mallorca por primera vez y asegura «entender por qué Chopin se enamoró de la Isla». No en vano, su contacto con la belleza va mucho más allá de su papel de Tadzio, y él mismo relata que «hace años le pregunté al coreógrafo Maurice Bejart sobre la diferencia entre lo estético y lo bello. Él me dijo: lo estético es temporal, lo bello es eterno. Me pareció una muy buena respuesta». Quizá ese fue el error de Visconti: solo ver lo estético y no la auténtica belleza de un ser como Björn Andrésen.
9 comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Ultima Hora
Magnus PymSi el señor compra y todos los extranjeros compran es por que los mallorquines están dispuestos a desprenderse de sus mas preciados vienes.
A quién le interesa la vida de este señor?
Este a lo que ha venido aquí es a comprar casas en Gomila y el Molinar...como todos sus paisanos.
FedericoLa idea de socializar yendo al cine es una idea anticuada, sin sentido , con mis amigos voy a un bar, comer, cenar, pasear, bailar, pero en un cine? no puedes hablar....
Luís SalomLa TV ???? Hombre, míralo en el cine con un grupo de amigos y un picnic. Ja Ja Ja Ja
Ayer lo vi el documental y no puede aguantarlo, apagué la TV.
Este no conoce a Sánchez. Jajaja
Tampoco hay joven que esté listo para ser el más listo del mundo.
Que alguien le diga a Björn que cambie de camello...