El escritor Guillem Rosselló posa con su premio. | Pilar Pellicer

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Guillem Rosselló (Bunyola, 1959) es una amante de la escritura y de la lectura. Este autor y profesor de Secundaria compagina su faceta de docente con su pasión por contar historias. Empezó con la poesía, dio el salto al relato breve, continuó con la novela juvenil para acabar, por último, con la narrativa para adultos. Ha sido, con este último género, con el que ha conseguido llevarse el XXIII Premi de Narrativa Ciutat de Sagunt, en la Comunidad Valenciana, gracias a su novela El cor de la geneta, que se publicará próximamente.

Su libro, El cor de la geneta, habla de un tema prácticamente olvidado.
— Totalmente. Yo hice este libro para defender a los inocentes de la Guerra Civil española. No hablo de la gente de un bando o de otro, hablo de la gente que solo tenía tiempo de sobrevivir. Denuncio en mi libro todo ese abuso, por parte de los poderosos, a esas personas. Esos eran los verdaderos inocentes.

Imagino que en la novela se refiere a la gente pobre y esclavizada que no sabía que estaba ocurriendo realmente en el país.
— Exacto. La novela narra la historia de cómo era la vida de unos personajes que trabajaban para un ‘dueño'. Esto pasaba mucho en Mallorca, y España, en esos tiempos. Esa gente no tenía tiempo de interesarse por la política y, de repente, les cayó una guerra encima. Expongo los dos mundos, el de las personas formadas e informadas y el de la gente, por desgracia, inculta y sin información.

Un militar fascista, un hombre al que todos toman por loco, un ciego que ve más que nadie, ¿cómo fue crear este cóctel de personalidades?
— La idea la tenía clara pero, a medida que vas escribiendo, vas completando la historia con personajes y les atribuyes distintos detalles. La mezcla de todos ellos es un punto interesante en la trama.

Y todos establecidos en su pueblo natal, Bunyola.
— Sí, sí. Bunyola es mi pueblo y lo quiero mucho. Tanto los paisajes que describo en el libro como los personajes que he creado tienen su origen en él. Le tengo mucho cariño.

Con El cor de la geneta ha conseguido ganar el 23 Premi de Narrativa de Sagunto, ¿cómo lo recibe?
— Para mí es todo un orgullo haber conseguido este premio. A uno, cuando escribe, le gusta que le reconozcan su trabajo y este certamen es un concurso importante. Escribir lleva mucho trabajo, así que de vez en cuando ganar un premio es una alegría que sienta muy bien. Además, la novela se publicará con Pagès Editors. Estoy muy contento.

La escritura ha sido su pasión desde muy joven, ¿qué le motiva en su día a día para seguir escribiendo?
— En mi casa siempre hubo libros. Mi padre era un gran aficionado a la lectura y yo desde muy pequeño cogía sus libros y los leía. Evidentemente era el ‘despistado' de la clase. Y ya de más mayor, para mí ha sido como una terapia. Hablando claro: es mi droga. Y pienso que todos tenemos derecho a tener una.

Como sociedad hemos avanzado, pero, ¿han cesado esos abusos de poder de los que habla en el libro?
— Para nada, solo han cambiado de forma. Si hablamos de España es verdad que ese abuso de poder de un ‘dueño y sus esclavos' está casi extinguido, pero hay otros distintos. Los sueldos de hoy en día, los precios de las necesidades vitales, la gestión de los políticos en muchos temas y demás son un problema para nosotros. Vivimos con abusos por parte de los poderosos constantemente.

¿Esos abusos nos hacen necesitar esa droga necesaria de la que habla?
— La gente necesita olvidar lo malo que le sucede en su día a día. El trabajo muchas veces te genera ansiedad, relaciones personales que se rompen, las enfermedades de seres queridos, etc. Todos tenemos derecho a querer salir de nosotros mismos durante un rato al día. Por eso entiendo a la gente que le gusta el fútbol, que mira muchas series, que escucha mucha música... Esos momentos nos dan la energía para continuar.

Usted es profesor de Secundaria en un mundo lleno de tecnologías, ¿cómo ve la relación de los jóvenes con los libros?
— La verdad es que muy bien. No soy muy catastrófico con este tema. No me quejo con el porcentaje de alumnos que conozco que leen. También hay que decir que nunca ha sido un sector hecho para las masas, así que me parece normal la relación de los jóvenes con la lectura. Estoy tranquilo y tengo muy claro que los libros no desaparecerán.