El Museo de los Instrumentos Musicales de Bruselas, en el edificio de los viejos almacenes Old England.

TW
1

Unas trompetas de cristal no suenan, si nos permiten la expresión, muy mallorquinas a priori. Esto mismo pensó el musicólogo Amadeu Corbera cuando buceando en el archivo del Museo de Instrumentos Musicales de Bruselas se topó con varias fichas que hablaban de la procedencia mallorquina de estos hallazgos. El centro, que es uno de los más importantes del mundo en su especialidad, incluye varias trompetas de vidrio con origen en las Balears, según su descripción, a lo que Corbera, tras arquear seguramente una ceja, reaccionó como mejor sabe: investigando.

«Instrumentos de cristal hay y muchos, pero nunca había oído de unas trompetas de vidrio mallorquinas». Así, tal y como recoge en un hilo publicado en su perfil de Twitter, descubrió que el primer director del museo belga, Victor-Charles Mahillon, tuvo conocimiento del trabajo de Antoni Noguera i Balaguer, folklorista y músico mallorquín, que había reunido en un tratado la música tradicional de la Isla. Tras ello, Mahillion se interesó por tener en el museo algunos instrumentos locales, y Noguera envió en 1896 un total de 17, entre los que se hallaban tres trompetas de vidrio. Pero esto era solo el principio.

Tradicionales

«Estas trompetas no suenan muy tradicionales», explicaCorbera que pudo averiguar que «hace un siglo, la fiesta de Reyes era mucho más loca, violenta y ruidosa que ahora». Según explica el experto, «era un contexto de revertir el orden establecido y se invertía todo». Los jóvenes tomaban el control y el «ruido» se hacía dueño y señor de las calles por encima de lo sinfónico. «La gracia de las trompetas entra ahí, porque no se pueden afinar y son cosas muy básicas que sirven para hacer un ruido estridente». Imagine el lector, para hacerse una idea, de decenas o centenares de personas soplando trompetas monotonales que simplemente generan una gran escandalera, un enorme trull y una ensordecedora renouera.

Antoni Noguera i Balaguer.

Según detalla Corbera, «se conservan otros instrumentos de vidrio, pero suelen ser más pequeños y con un objetivo decorativo», no obstante, del estilo de estas, mallorquinas, «no hay más». Aunque sí aparecen referencias en otros lugares, como Florencia, y en años similares, como en 1897, en el «contexto idéntico de la fiesta de reyes».

Una de las tres trompetas de vidrio de Mallorca.

Un contexto y ambiente muy llamativo y diferente al actual, aunque del cual siguen quedando ecos y reminiscencias como los petardos y los cohetes que, para disgusto de animalistas y animales, cada año truenan en las fechas festivas que rodean a las navidades. «Son un gran ejemplo y también lo es el Roscón deReyes, que cada año comemos, y que no es más que hacer la broma de ser nosotros los reyes, cuando no es así. Es la misma idea de revertir el orden establecido que mencionaba antes», apunta Corbera. Toda esta historia, que nace de la curiosidad como tantas otras, protagoniza un artículo que en breve Corbera publicará en la Galpin Society Journal, una de las revistas de organología (estudio de los instrumentos musicales) más importantes, si no la que más. El eco del sonido de estas trompetas mantiene su interés un siglo después.