Inclasificable y rupturista, nuestro protagonista forja canciones que acercan el flamenco al oído popular, ligando sus quejios con jazz, rock, electrónica y poesía mística. Esto, que podría considerarse una concesión facilista, implica en rigor un emocionante ejercicio de renovación, firmado por un anarquista del arte obsesionado con la preproducción. Prolífico e inagotable, el cantaor levantino es también una de las voces que se alzan contra el maltrato animal, enemigo del mal llamado ‘arte del toreo', consciente de que jamás existirá belleza en el sufrimiento, tortura y humillación de un animal. Damas y caballeros: El Niño de Elche. Un tipo que acumula sabiduría y galones para instalarse en lo más alto del flamenco fusión. El Teatre Principal de Palma le recibirá el 10 de marzo dentro del festival Paco de Lucía.
¿Cómo funciona su brújula creativa?
—En función de lo que quiero contar en el momento, luego comienzo a amasar, y no sabría decirte cómo pero llega un punto que intuyo que es el momento de darle una vida más pública a ese material, entonces empiezo a decidir sus conexiones.
Si algo ha demostrado su carrera es que no le tiene miedo a los virajes, ¿cómo se enriquecen de ese eclecticismo?
—Leo bastante, es una de mis fuentes primordiales, y hago muchas cosas, mi arte recibe muchos imputs.
¿Qué piensa cuando alguien le adjudica la expresión ‘revolucionario'?
—Si piensan eso es que estamos en una sociedad conservadora.
Es uno de los blancos predilectos de los fundamentalistas del flamenco, ¿esa presión condiciona su arte en positivo?
—Antes ese rechazo formaba parte de mi motor creativo, pero en los últimos tiempos no me afecta, sería darle demasiada importancia a lo que digan los fundamentalistas, que en el fondo son pocos, aunque generan mucho ruido
Morente dijo en una entrevista que la relación entre tradicionalistas y renovadores siempre estaría igual: a hostia limpia.
—(Risas) En el fondo es una relación de amor-odio.
¿Es su crítico más duro?
—No hay posicionamiento más crítico que reconocer tus vulnerabilidades, soy una persona que no cree en la obra acabada.
¿Cómo definiría su arte?
—Con diferentes términos: indisciplinado, experimental e inquieto.
¿Se puede salir a un escenario a cantar sin ganas?
—No. En casa nunca canto y en los ensayos canto poco, para hacerlo necesito un estado energético y emocional.
A veces parece que el flamenco está rodeado de cierto elitismo, como si solo unos pocos pudieran juzgarlo o entenderlo profundamente, como sucede con la música clásica…
—Hay parte de eso, como si hubiese un comité de expertos, pero en el fondo no lo creo. Nadie puede saber todos los entresijos de un arte.
¿Hay algún artista que pueda escuchar en bucle y no le canse nunca?
—Arthur Russell podría ser uno.
Aunque en el documental ‘Canto cósmico' desentrañaba algunas claves de su forma de concebir el flamenco, lo que pasa por su cabeza sigue siendo un misterio inescrutable. Hay quien no entiende su mensaje, sucedió con Fuerza Nueva, nombre con el que se bautizó su proyecto conjunto con Los Planetas, y que tiene raíces ultraderechistas. Vivimos en el país del cachondeo pero aún hay quien no lo pilla…
—(Risas) Sí, y además demuestra que en este país hay mucha gente que no lee. Sabíamos que el público indie va a sota, caballo y rey y posiblemente no lo entendería, pero sucedió igual en el mundo político, donde hay muchos prejuicios.
¿Cree que no se entiende la complejidad de su propuesta y que eso pueda generar malentendidos?
—La verdad es que no me importa. Lo que me preocupa es que yo entienda el proyecto, que sepa hacia dónde tiene que ir, por eso lo primordial es trabajar a fondo el concepto. Que luego se entienda depende de la temática y el contexto, piensa que a veces los proyectos más difíciles de explicar son lo que más calado han tenido.
En el documental confiesa su miedo patológico. ¿Es el tipo de miedo que te utiliza o al que se utiliza?
—Lo utilizo como motor, hay una parte terapéutica en todo esto.
¿Recuerda el día que supo que iba a dedicarse a esto?
—La verdad es que no hubo un día ni un momento. Ernesto Cardenal respondió a la pregunta de ‘¿cuándo quiso ser poeta?' diciendo que eso no se elige, está en ti.
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Estimado artista, los fundamentalistas hacen ruido y causan fragor porque están en todas partes: en presidencias, parlamentos, academias, consejos de administración, mecanismos de tutela, hegemonía y coerción, medios de comunicación y cuentas corrientes repletas de euros.