Es también su escueta respuesta por escrito a una pregunta directa sobre las acusaciones de índole sexual que han recaído en su colega desde hace años (Carreras declaró en el pasado que «nunca» vio comportamientos incorrectos por su parte) y que se reavivaron recientemente por un reportaje del programa «Salvados» de La Sexta.
Este sábado se presenta en Cantabria en un espacio tan especial como la Explanada del Monasterio de Santo Toribio de Liébana, con motivo del Año Lebaniego, un hito más para quien presume de haber cantado no solo en los mejores teatros del mundo, sino en lugares como Angkor Wat, la Plaza Roja de Moscú, la Ciudad Prohibida o las ruinas de la Biblioteca Nacional de Sarajevo.
«Y en Las Ramblas después del incendio del Liceu», apostilla con su adorada Barcelona siempre en la mente, la ciudad donde ratifica que querría ofrecer su última actuación, aunque siga sin ponerle fecha.
Eso sí, el repertorio que pudiera interpretar en ese hipotético último concierto no diferirá mucho del que ofrecerá mañana. «Cantaré como en este caso en Liébana las piezas musicales que más me gustan», indica.
En el monasterio cántabro, junto a la Orquesta Andrés Segovia dirigida por David Giménez, interpretará piezas emblemáticas de su carrera no necesariamente atadas a la lírica, entre «Dicitencello vuie» de Rodolfo Falvo, «The Man Of La Mancha» del musical del mismo nombre con música de Mitch Leigh o «Solamente una vez» de Agustín Lara.
En algunas de ellas le acompañará Sabina Puértolas, «una gran cantante, versátil, elegante y con una gran musicalidad», dice de ella. La soprano española, que como creyente vivirá «de una manera muy especial» este concierto, recoge el guante: «Cuando canto con él me siento muy arropada, es un gran músico y un magnífico compañero».
Ese mismo adjetivo, elegante, se lo han aplicado a Carreras muchas veces en su carrera: «Existe una manera de interpretar y cantar inherente a cada cantante y, en mi caso, yo lo que intento es transmitir mis emociones al público».
Para abarcar una trayectoria tan larga como la suya, de más de medio siglo de actividad, a los más jóvenes les recomienda no correr. «La voz es una palabra femenina y, por tanto, hay que cuidarla y mimarla extremadamente. Nunca hay que equivocar el repertorio y conocer tus limitaciones vocales», apunta.
Pero por muy exitosa que haya sido su carrera profesional, existe otra faceta quizás aún más importante en su vida desde que se recuperara de una leucemia y emprendiera una intensa labor filantrópica para potenciar la investigación médica y ayudar a otros en su sanación.
«He tenido el gran privilegio de que mi vocación ha sido mi profesión. He disfrutado enormemente de subir a los escenarios e interpretar óperas, zarzuelas, canciones napolitanas, música española… Sin embargo, no puedo olvidar que mi fundación es una de mis grandes prioridades que me ha dado enormes satisfacciones. Ayudar a salvar una vida es algo que no tiene precio, inigualable», remacha con satisfacción.
1 comentario
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Que Josep Carreras nunca vio algún comportamiento inapropiado no me extraña (es un hombre!). Yo vi el programa de Salvados, y entiendo muy bien a esas mujeres acosadas (¿a quién no le ha pasado en alguna ocasión?), que además no piden condenar al grande Plácido (hay que reconocer que es un GRAN artista, un poco menos como hombre, quizás demasiada testosterona, sin querer faltarle el respeto), sólo visualizar y sensibilizar sobre el problema, y conseguir que esto no pase nunca jamás... Concluyendo, creo que hay que separar el artista y sus obras de la persona como ser humano, que por cierto ninguno es perfecto, hay otro mil casos iguales....