En esta exposición, Ramis rinde homenaje al mar a través de sus protagonistas. | Clara Ferrer

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Apenas sabía nadar, pero Damián Ramis recuerda con claridad que, de pequeño, recorría los arenales de la playa de Alcúdia con unas gafas enormes y, ya de mayor, practicaba pesca submarina y buceo «buscando en las profundidades, donde casi no llegaba la luz». Al mar y a sus protagonistas –pulpo, rayas, gambas, langostas– precisamente le dedica su nuevo proyecto, Ocean - en mis profundidades, con el que regresa al panorama expositivo de pintura después de diez años. La inauguración es este jueves por la tarde, a partir de las 18.00 horas, en el Rialto Living (Sant Feliu, 3). La muestra podrá verse hasta el próximo 1 de agosto.

«El mar me aporta equilibrio y paz, es un recuerdo, pero también es un referente. Siempre ha estado ahí de forma natural y constante. Lo que más me gusta del mar es que es lo más parecido a una obra de arte: es dramática, misteriosa, profunda. Siempre está por descubrir. Tiene colores, formas y algo con lo que me identifico mucho: siempre cambia», razona Ramis.

Puede resultar traicionera, sí, pero, según el creador, ese rasgo justamente le otorga «cierto atractivo» y «un punto excitante». «Me reconozco en esa capacidad de crearse, de pasar de ser calmada a ser brutal y mortal», añade.

Calma

Sin embargo, los 22 cuadros que conforman la muestra –todos ellos acrílicos o de técnicas mixtas– reflejan esa calma y tranquilidad. «Creo mucho en la sintonía del ambiente que me rodea. Tengo el estudio en lo alto de una montaña, entre Esporles y Puigpunyent, a quinientos metros de altura», cuenta.

Desde ahí, «en silencio absoluto», interrumpido solamente por la compañía Bach, Vivaldi y Brahms, aunque también por los Beatles, Serrat o Sabina. «Una música que me transmite equilibrio, paz y tranquilidad, algo que creo que también evocan estas obras». «Me gustaría que los espectadores escucharan el mar con esta exposición, que pudieran sentir su latido; que identifiquen el mar como la obra de arte que es», declara.

En este sentido, la propuesta también quiere lanzar un mensaje a favor del medio ambiente y del «frágil equilibrio» de los ecosistemas que habitan en el mar. «Al fin y al cabo, el mar es un universo en el que todos estamos inmersos y lo tenemos que cuidar», insiste.

Finalmente, la exposición se completa con cinco esculturas de pequeño formato. «Soy escultor y la escultura me encanta, pero también me agota. Hasta tal punto que tengo que asistir al parto de principio a fin. Me encargo de todo: desde buscar los hierros y los colores hasta soldar. Es un dulce cansancio. Siempre digo que estoy casado con la escultura y me moriré con ella, pero mi amante es la pintura y, de vez en cuando, pide que nos veamos y yo no me puedo resistir», concluye.