Marina Planas, durante la ‘peformance’ que ofreció en el ciclo ‘Live For The Arts’ en Berlín. | Estudio 013

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La artista visual y gestora cultural Marina Planas (Palma, 1983), heredera y custodia del Arxiu Planas, fue hace unos días una de las protagonistas en Berlín de Live For The Arts, un ciclo que promueven el Festival Literatura Expandida a Magaluf (FLEM) e Innside by Meliá para proyectar la cultura de la Isla en diferentes ciudades del mundo. Y lo hizo con un performance que gira en torno al abuso de los territorios que se convierten en destino turístico a partir de instantáneas de su abuelo, Josep Planas, acompañada por la ambientación sonora del DJ Marlon Rudolph. Al mismo tiempo, Planas se encuentra inmersa en otro proyecto, Enfoques bélicos del turismo. Todo incluido, que gira en torno a la misma temática y que ya se ha visto en Es Baluard Museu de Palma.

Autopista hacia el sur fue su propuesta para el evento Live For The Arts en Berlín. ¿Cómo se articula?
—El título hace referencia a un cuento de Cortázar, propongo la relación entre el cuerpo y el archivo, es una de las prácticas que vengo realizando desde hace años. Trabajo siempre con el archivo de Casa Planas desde la pura imagen, la fotografía, el vídeo, el texto, el cuerpo y la interrelación con los demás. Siempre concibo el archivo como un espacio performático y lo activo desde el cuerpo y la dramaturgia, la relación del cuerpo con el espacio.

Hablamos de turismo de masas y el alemán es el visitante mayoritario a la Isla. Resulta paradójico llevar esta propuesta a Berlín.
—Sí que lo es, mucho de mi trabajo señala las paradojas del turismo, es uno de mis proyectos. Siempre cito a Bauman, que habla de esta paradoja en la que muchas veces nos dedicamos a criticar aquello mismo que nosotros practicamos, como el turismo siendo nosotros también turistas. Es paradójico pero al mismo tiempo tiene mucho sentido. Alemania es uno de los grandes mercados del turismo que tenemos en Mallorca y hacer estos intercambios con artistas mallorquines y alemanes tiene mucho sentido.

Por otra parte, su proyecto Enfoques bélicos del turismo. Todo incluido está dando mucho que hablar. ¿Qué busca transmitir?
—La evolución del medio fotográfico siempre ha ido de la mano de la investigación armamentística y de la guerra, financiada con este fin para vigilar al enemigo. En cambio, en Mallorca esa evolución llegó de la mano del turismo, y en ese punto creo un símil entre el turismo y la guerra. A partir de ahí empecé a investigar todos aquellos puntos de fricción como reflexión o cuestionamiento de todas las tensiones que provoca la industria turística con Mallorca como territorio, del que provengo, pero enfocándolo de una manera local. Habla de la industria del turismo en general. A nivel formal, decidí llenar todas las paredes para que no quedara un espacio libre y es una metáfora de que ya no cabe nada más. Las imágenes hablan de esa masificación desde la masificación de las propias fotos.

Este año, el Govern y Casa Planas firmaron un protocolo para preservar el archivo de tu abuelo, el Arxiu Planas. ¿En qué punto se encuentra?
—La verdad es que fue una pena que solo se llegase a un protocolo después de ocho años de gobierno progresista, demuestra poco interés. Lo suyo hubiera sido llegar a un convenio, un documento con más cara y ojos, en todo caso se llegó a un protocolo, algo es algo. También se nos dio una subvención directa y eso es de agradecer, por la singularidad y urgencia del proyecto, es una material que se debe conservar porque esta perdiendo calidad. Esta destinada a desaparecer entonces había una urgencia. Tenemos un proyecto con los mejores de España, los del Arxiu del Girona, con un presupuesto de dos millones de euros. Es caro, pero se requieren profesionales técnicos muy específicos en cuestiones de archivística, conservación y clasificación.

En un momento dado se dio la posibilidad de sacar el Arxiu Planas de Mallorca. ¿Es una idea descartada?
—No, eso nunca está descartado si hay un interés en comprarlo, por interés de un particular o una institución, y tampoco lo está el proyecto de guardarlo bajo tierra en el desierto de Atacama en Chile, donde las condiciones son buenas y no es ninguna locura, el archivo de Bill Gates está bajo tierra. También podría acabar en Emaya, parte de mi familia quiere deshacerse de él, esa posibilidad también está.

En una entrevista reciente lamentó que «toda la iconografía hecha para atraer turistas a Mallorca está hecha por mi familia; no es algo para sentirse orgulloso». ¿Cómo se afronta una herencia familiar de este calado?
—Habiendo estudiado imagen, audiovisuales, con un máster en arte, fotografía y archivo, lo afronto de una manera que no lo puedo abandonar por mi dedicación profesional. Este archivo me cautiva, sufro el ‘mal de archivo', no me puedo deshacer de este proyecto, está ligado a mi profesión, a mi pasión, entonces la manera de abordarlo es de una manera crítica con la información. Al final es reutilizarlo para intentar hacer una lectura más contemporánea.