La escritora se mostró entusiasmada de estar en la Isla, lugar donde aprendió a nadar hace casi 40 años cuando realizó una corta y fugaz visita con su madre. Aquí fue entrevista por Marta Terrassa sobre su nuevo libro, en el que explora «la idea de que un simple día puede cambiar el curso de toda tu vida». Para ello, centra la narración en 24 horas en las que dos mujeres hacen frente cada una a sus propias realidades.
Sobre el hecho de dar el salto de la experiencia personal a la ficción, Pine también comenta lo «aliviada» que se sintió por «poderme inventar a los personajes y no hablar de mí». Una sensación similar experimentaron en su familia, que «estuvieron muy felices de que no hablara de cosas reales». En cualquier caso, la presión estaba ahí: «En el primer libro, si no te gustaba lo que narro no es mi problema, porque era algo que me sucedió realmente, era mi vida, pero si no gusta una historia que me invento, uf», comenta con sentido del humor.
En cualquier caso, para Pine «la ficción es la máscara que ponemos a la realidad y puede ser más reveladora que la no-ficción», razón por la cual Ruth y Pen tira de algunos hilos que quedaron sin explorar en Todo lo que no puedo decir, como la infertilidad.
De todas maneras, ambos libros son el intento de «aceptar» su propia voz, algo distinto de «hallarla porque todos tenemos una voz interna, lo que ocurre es que a veces la silenciamos porque no nos conviene o no encaja con nuestras ideas». Asimismo, cuando «hablas desde esa voz, puedes romper la idea que otra gente tiene sobre ti, pero también creas una nueva», comenta en relación a su familia, ya que «expuse cosas muy privadas, pero mi relación con ellos ahora, aunque fuera duro, es mejor».
Sobre alzar tu voz y poner palabras a los sentimientos, Pine cree que «no existe palabra perfecta», pero es consciente de que «el hecho de decir, como se dice en teoría del trauma, que hay traumas que no son verbalizables ha provocado mucho silencio», ante lo cual, como persona, recomienda «decir lo que sientes como sea, aunque no sea con la palabra perfecta».
Algo que sus lectores parecen apreciar, ya que muchos le escriben o le agradecen que narre algo que les ha pasado a ellas también, aunque sea en un nivel emocional. De hecho, Pine cuenta esta anécdota: «Estaba en una galería de arte y se me acercó una chica para decirme que lo que me había pasado de adolescente también le había pasado a ella, y acto seguido salió corriendo. Me di cuenta de que solo necesitaba sacarlo, verbalizarlo, y me hizo comprender que todas las personas tienen una historia y que la gente puede ser heroica solo por levantarse por las mañanas».
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