Laura Gost posa con el Premi Proa este martes en Barcelona. | Miquel Coll / Grup 62

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Un día antes de cumplir los 30, Laura Gost (sa Pobla, 1993) recibió una de las mejores noticias que puede percibir un escritor: haber ganado un premio literario. Se trataba del Premi Proa de Novel·la, dotado con 40.000 euros. Así, la mallorquina se suma al palmarés de este galardón de reciente creación –lo han ganado Jordi Nopca, Francesc Serés, la menorquina Maite Salord y Martí Domínguez–, pero de un sello de casi un siglo de tradición. La obra ganadora, Les cendres a la piscina, llegará a las librerías el próximo miércoles 15 de noviembre. El jurado de esta edición ha estado formado por Xavier Pla, Clara Queraltó, Anna Sáez, Vicenç Villatoro y Josep Lluch.

«Es una novela diferente a las anteriores. La primera, La cosina gran (Lleonard Muntaner, 2019) [A Contracorriente Films adquirió hace unos meses los derechos para adaptarla a la gran pantalla], tenía un punto más naíf, tanto por la historia como por el hecho de haberla escrito con 23 años. La segunda, El món es torna senzill (Empúries, 2022), era un monólogo interior con un fuerte componente generacional. Esta, en cambio, es la historia de una familia, pero atraviesa épocas muy diferentes: desde los años 50 hasta la actualidad. Además, por primera vez la ambiento en Mallorca», compara Gost, que ha recibido el premio este martes por la noche durante una cena celebrada en el MACBA de Barcelona.

Así, la mallorquina se remonta a la generación de sus abuelos, la de sus padres y la suya propia. «El personaje central es Sebastià, el patriarca de la familia, que hace de punto de fuga de los demás. Se inspira en buena parte en algunas anécdotas y vivencias fragmentadas de mi abuelo paterno, con quien no tuve mucha relación, pero que era una semilla fabulosa para la ficción. A partir de ahí, de esos episodios aislados que oía en casa, hablo de esa generación que vivió cambios frenéticos. Sebastià, como mi abuelo, pasó de payés a constructor, luego tuvo unos cuantos hoteles, ganó y perdió mucho dinero y tuvo diferentes esposas. Eran cambios estructurales y transversales que tuvieron un gran impacto a diferentes niveles», detalla.

Incógnitas

En este sentido, la autora señala que «me interesa acercar y llenar con ficciones aquellas incógnitas e interrogantes». «Como dijo Stephen King en su ensayo sobre la escritura, siempre que escribimos sobre el pasado escribimos ficción. En esta ficción yo intento dar relato, narrativa y secuenciación a estas historias de personas que he amado y he conocido, al final de su vida en el caso de mis abuelos y a la segunda mitad en el de mis padres. Me centro en sus vidas y anhelos para explicar quién soy, qué hago y cómo he llegado hasta aquí. Ahí es donde entra Laura, un personaje que se corresponde a la última generación, y que tiene una mirada similar a la mía», añade.

Lo que sí comparte Las cendres a la piscina –cuyo título prefiere no explicar demasiado, pues eso sería un spoiler, según avisa ella misma– con La cosina gran y El món es torna senzill es la presencia de la ironía, «mi idioma preferido después del catalán», así como el humor ácido o negro y la inclusión de «referencias sociales, políticas y pop que ayuda a contextualizar los personajes, sus comportamientos y reacciones».