El relato está protagonizado por el carbonero que se encarga de repartir el carbón entre todos los niños que no se han portado bien. Es, por tanto, un personaje que se ha ganado muy mala fama durante estas fechas navideñas. Sin embargo, Riera ha querido profundizar en su historia, que es la menos conocida.
De hecho, la idea inicial surgió hace dos décadas ya, cuando encargaron a Riera que participara en la Cabalgata de Porto Cristo como carbonero. «Entonces me di cuenta de que no sabía nada de este personaje, de cómo iba vestido ni ningún detalle por el estilo. Así que decidí construirlo yo mismo. Como siempre va el último de la cabalgata, después de toda esa fantasía y magia, parece un personaje especialmente oscuro, como amargado. De esta manera, opté por vestirme con un frac negro, una camisa blanca, una corbata llamativa y un sombrero de copa. Para mi sorpresa, descubrí que el personaje encantaba a los pequeños», asegura.
Luego, explica, fue añadiendo más detalles con todos los elementos que conocía, y creó «una suerte de Frankenstein». «Imaginé que de tanto oler las fechorías su nariz se tornaba negra, por ejemplo. Gustaba tanto que la mayoría de niños esperaban con más ilusión ver al carbonero que a los Reyes. Cuando tuve un personaje más cerrado, pensé en escribir el cuento y que Toni Galmés, amigo mío desde la adolescencia, lo ilustrara», añade.
El resultado es un cuento con muchas dobles lecturas entre las que, por ejemplo, se encuentra la moraleja de que «ni las personas buenas son tan buenas ni las malas son tan malas», algo que depende de la «mochila» que lleva cada uno a sus espaldas. «Lo interesante no es que todo es blanco o negro, sino que hay muchos grises», destaca.
Al fin y al cabo, El rei carboner cuenta la historia de este personaje, que en sus inicios era un humilde payés del que los Reyes Magos se reían porque lo único que podía ofrecer al Niño Jesús era carbón y no oro, incienso o mirra. Sin embargo, en pleno invierno, el carbón hace más falta que nunca, pues sirve para calentar, pero también para cocinar.
«A los niños les encanta ver cómo el carbonero se transforma, cómo pasa de ser alguien muy humilde que lo regalaría todo y, al final, acaba siendo una especie de monstruo avaricioso y codicioso, con los dientes puntiagudos y negros de tanto comer carbón dulce», pues los Reyes, conscientes de la relevancia del carbón, acuerdan que el Rei carboner tendrá el poder de ver la maldad a kilómetros de distancia y será el encargado de repartir carbón entre todos los niños que se han portado mal.
Ilustrar un personaje tan «afilado» supuso, en cierto modo, un reto a Toni Galmés. «Esta historia ofrece esa dualidad interesante de que no hay buenos y malos, de que, a veces, personas que nos parecen malcaradas o desagradables, en realidad no lo son o sí, pero porque han sufrido a lo largo de su vida. Entendemos que el carbonero es el malo de nuestra Navidad, que tiene características negativas, pero si escarbas en su historia te das cuenta de que es una persona que lo ha pasado mal, que ha vivido mucho tiempo sola y aislada de todos, que le han pasado cosas que no son culpa suya y que, en realidad, no es tan malo», declara Galmés.
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