Normalmente es ella quien hace las preguntas, pero esta vez la periodista Caterina Karmany (Sant Joan, 1975) –corresponsal en Balears de TV3 y Catalunya Ràdio– es la protagonista de las noticias a raíz de la publicación de su primera novela, El temps de les magranes (Edicions 62). La presentará este viernes, a las 18.30 horas, en Casa del Libro, Palma.
«Es extraño, no me llego a acostumbrar, pero lo disfruto muchísimo, porque es una oportunidad para explicar quién soy y qué hago más allá de lo que se ve en pantalla. Estoy muy ilusionada con Sant Jordi, aunque me gustaría deshacerme de la etiqueta de autora mediática, que tiene una connotación muy negativa. De hecho, siempre he rechazado todas las etiquetas, porque no son justas, ya que intentan englobar muchas cosas», reconoce. Al fin y al cabo, asegura, publicar una novela es «un sueño desde que tenía cuatro o cinco años; antes incluso de que tuviera uso de razón quería escribir».
«Pertenezco a una generación de periodistas que eligieron esta profesión para escribir, aunque luego hice radio y televisión y me enganché mucho a este mundo y no lo cambiaría por nada. Siempre he escrito para mí, a escondidas. Aprendí a leer y a escribir muy pronto y ambas cosas me hacían sentir muy libre. Era una niña muy imaginativa, algo que en aquella época me alejaba de los cánones de lo que se suponía que tenía que ser una niña de mi edad, aunque en realidad eso afecta a las mujeres en general», detalla.
Precisamente El temps de les magranes está protagonizada por mujeres. En primer lugar por Margot, una fotógrafa publicitaria que regresa a su pueblo natal del interior de Mallorca después de muchos años fuera y se instala en la casa de su abuela Joanaina y, finalmente, por Francina, una vecina que le irá revelando el pasado de aquella mujer fuerte sin estudios que trabajaba como cocinera en casas de gente adinerada. A lo largo de la historia aparecen varias localidades de la Isla, aunque con los nombres cambiados a excepción de dos: Santa Margalida y Palma. «Una processó de La Beata marcará a la protagonista cuando solo es una niña y, en cuanto a Palma, no tenía sentido cambiar el nombre. En todo caso, aunque aparezcan topónimos inventados, la gente que vive aquí sabrá a cuáles me refiero», apunta.
El hecho de haber nacido en un pequeño pueblo –tanto mallorquín como de fuera, señala la autora–, marca tanto a la protagonista como a la propia Karmany. «La gente te identifica más fácilmente, te conocen. Crecí marcada por la obligación de ir por una línea marcada, el ‘has de ser com els altres', algo que me decían desde familiares y amigos hasta profesores. Como ocurre con la protagonista, etiquetas como ‘calientapollas', han estado muy presentes desde joven. Te hacen creer que si te ocurre algo es porque te lo has buscado, que tienes que terminar lo que has empezado y cumplir con unas expectativas. En este sentido, la escritura y la lectura me han ayudado mucho a verter todas mis fantasías, a liberarme de todos esos juicios, a mostrarme como soy, lejos de lo que la sociedad heteropatriarcal ha marcado».
Por otra parte, señala que «en aquella época las relaciones eran muy jerárquicas, tanto de hombres a mujeres como de adultos a niños, con esa frase tan repetida de cuando los adultos hablan, los niños tienen que callar. Sin embargo, también es cierto que algo muy bueno que siempre ha habido es la sororidad y la amistad entre mujeres, algo que también aparece en la novela».
Así las cosas, Karmany admite que en este proceso ha sentido mucho miedo, pero también mucho amor. «Al final, esta novela es un homenaje a mi pueblo y a mi gente y a Mallorca en general, desprende mucho amor». Tras este primer debut, la periodista avanza que ya está trabajando en su segunda novela que, aunque esté escrita en su pueblo, Sant Joan, la trama sucederá en Madrid, donde también trabajó. «Es como si todavía necesitara cerrar aquella época, poner punto y final a esa etapa de mi vida. No puedo decir mucho, pero tendrá algo de política y misterio», concluye.
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