El artista Pedro Oyarbide ha ilustrado la saga 'Blackwater', de Michael McDowell, que se ha convertido en un fenómeno editorial. | Jaume Morey

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Desde que apareciera el primer volumen de Blackwater (Blackie Books) el pasado mes de febrero, la saga del escritor Michael McDowell ha estado prácticamente en todas las conversaciones sobre literatura, cautivando además a un heterogéneo perfil de lectores. Que engancha y es fácil de leer son las cualidades que todos corean, pero también el hecho de que son libros que entran por los ojos. De eso precisamente se ha encargado el ilustrador Pedro Oyarbide (Madrid, 1988), que este martes ha participado en la Fira del Llibre de Palma en un encuentro moderado por Júlia Mèrida en el que se ha abordado este fenómeno editorial que consta de seis entregas, que se han lanzado de forma quincenal, algo que sin duda ha alimentado «el fenómeno fan», según reconoce el propio Oyarbide.

El proyecto, recuerda, le llegó a través del sello francés Monsieur Toussaint Louverture. «El editor seguía mi trabajo en Instagram y le llamó la atención una baraja de póker que hice para una agencia de publicidad, que es sobre todo a lo que me dedico. Luego compraron los derechos en Italia y entonces llegó Blackie Books, que las ha publicado en catalán y castellano. Lo curioso es que todas estas ediciones tienen mis ilustraciones en la portada y contracubierta, algo que no es nada habitual, puesto que normalmente cada casa propone sus artistas», comenta.

«El editor quería que fueran portadas que recordaran a esa baraja, pero que cada volumen tuviera una portada diferente. De hecho, no se repiten títulos ni diseños, solamente tienen en común el estilo y el material, es decir, la estructura, pero cada una está customizada», puntualiza Oyarbide, que fue leyendo los libros a medida que trabajaba en las ilustraciones, realizadas en digital.

Disponía de tiempo y, como es admirador de Stephen King [quien considera a McDowell como su «maestro» y «el mejor escritor de literatura popular»], leyó los libros. Algo que, asegura, se nota mucho a la hora de trabajar, porque cada portada contiene muchos detalles de lo que el lector encontrará en sus páginas, aunque «sin desvelar demasiado», avisa. Además, si bien no había leído nada de McDowell, sí era seguidor de películas de Tim Burton como Beetlejuice o Pesadilla antes de Navidad, en las que él participó en el guion.

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Así, concibió unas ilustraciones «preciosistas» inspiradas en la «estética victoriana», aunque, puntualiza, «con un enfoque más contemporáneo». En suma, «el libro se convierte en un objeto que la gente quiere tener en su estantería». De hecho, reconoce, «muchos me confiesan que compran los libros por las portadas, que encuentran muy bonitas». «En el número dos, El dique, por ejemplo, hay un corazón con clavos y elementos escabrosos».

En todo caso, admite que «no me fascina el terror y de King me gustan historias como la de Misery, de terror psicológico, sin entes o sucesos paranormales». «En esta saga, aunque hay elementos de este tipo, la trama general no es la de una novela de terror constante, sino que se producen interacciones con conflictos familiares. Es muy descriptiva, pero a la vez no dejan de pasar cosas», razona el artista.

Origen

Y, a pesar de que el éxito llegue ahora, cabe destacar que la saga se publicó originalmente en 1983, cuando McDowell (1950-1999) optó, como recalcan desde Blackie Books, por contar historias que llegaran a todo el mundo y lo hizo con el medio de difusión más popular: el folletín o la novela por entregas, en el caso de los «maestros del XIX» y «el paperback en el caso de McDowell».

Trasladado al siglo XXI, este formato, como señala Oyarbide, promueve el «fenómeno fan» similar al de las series. «La gente tiene que esperar al próximo episodio y eso genera una expectación brutal. En el caso de la literatura, los libros también se vuelven más adictivos. Además, a eso hay que añadirle que son textos fáciles de leer. Blackwater es una historia que atrapa y todo el universo que crea el autor es muy envolvente. Está ambientada en un pequeño pueblo de Alabama, con las características típicas de la América profunda y arranca con una riada y el encuentro de una superviviente. Es un ambiente muy siniestro y toda la saga mezcla cotidianidad con fenómenos sobrenaturales, pero siempre con un toque turbio».

Si Stephen King ha puesto en el mapa la película catalana La mesita del comedor, tal y como su director, Caye Casas, reconoció a Ultima Hora, Blackwater ha hecho lo propio con Oyarbide, algo de lo que se siente muy «orgulloso» y «agradecido». En efecto, gracias a este proyecto le han surgido otros, uno de ellos para ilustrar un libro de relatos para Lunwerg. Y, para los que quieran más del autor de Blackwater, Oyarbide avanza que Blackie Books ya ha contado con él para ilustrar las reediciones de las novelas de McDowell. «No sé con certeza las que se publicarán, pero en Francia lanzaron primero Las agujas doradas y ahora Katie. Queda McDowell para rato», augura.