El actor estadounidense Michael Douglas, a su llegada a la gala de clausura del Atlántida Mallorca Filma Fest celebrada este domingo. | M. À. Cañellas

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Es, probablemente, el vecino más famoso de toda la Isla. Miquel de s’Estaca, como algunos le conocen, lleva décadas afincado entre Valldemossa y Deià y está más que asentado en Mallorca gracias a su «privacidad» y el «amor» que profesa por la Tramuntana. Lo que muchos no saben (nótese la ironía) es que Miquel tiene otra vida, una rodeada de focos y cámaras. En esa otra vida le llaman Michael, de apellido Douglas, y no requiere presentación. El mítico actor, que cumplirá 80 el próximo mes de septiembre, recibió ayer el premio Masters of Cinema a toda su carrera, que incluye dos premios Oscar (como productor de Alguien voló sobre el nido del cuco y como protagonista de Wall Street, el inolvidable Gordon Gekko) por parte del Atlàntida Mallorca Film Fest y de manos de una reina, la nuestra, un fenómeno que le pasa «por primer a vez».

Es el primer premio cinematográfico en la Isla y se llama Masters of Cinema, ¿se siente un maestro del cine?
— He llegado a un punto en mi carrera en el que es el momento de recoger premios así, pero es un honor. Siento mucho amor por la Isla. Aquí se me ha apoyado y respetado. Sobre el tema de sentirme un maestro..., bueno (ríe), puedo decir que me siento muy contento con lo que he hecho en mi carrera. Siempre he buscado proyectos que no fuera fáciles de digerir, que dejaran al espectador pensando y tuvieran un propósito. Además, me encanta hablar con gente alrededor del mundo y comunicarnos sin hablar el mismo idioma. El cine es una manera de acercarnos los unos a los otros en un mundo cada vez más aislado.

Algunos de sus personajes parecían adelantados a su época, como el de Un día de furia (Falling Down), ¿fue ese el motivo para llevarlos a cabo?
— Leo mucho los diarios y pienso mucho en las noticias. Una de las razones para venir aquí es, precisamente, huir de todo eso. En ocasiones lees un guion que te golpea en lo más hondo y parece que envía un mensaje al universo. En Un día de furia, Los Ángeles era el centro de la industria de defensa, y ves a un personaje que trabaja para ella y es un buen americano que ya no es necesario y se le echa. La película estaba escrita de una manera preciosa y siempre he pensado que es mejor tener un pequeño personaje en una película buena que uno grande en una película mala. He podido tratar temas que eran importantes para mí en esas épocas y si podía hacer un filme que hable y haga hablar, es mucho más reconfortante.

Uno de sus más recientes proyectos, El método Kominsky, se centra en la gente mayor, ¿por ello aceptó llevarlo a cabo?
— Sí, totalmente. De nuevo, estaba muy bien escrito. Chuck Lorre es un gran guionista que ha creado series como Dos hombres y medio, The Big Bang Theory o El joven Sheldon, y en esta serie explora las historias de gente mayor desde el sentido del humor. Hay que decirlo, es difícil encontrar mucho sentido del humor a medida que te haces mayor. Además, estoy muy feliz de haber podido trabajar también con Alan Arkin.Fue algo fabuloso y nos lo pasamos genial. Por otro lado, siempre siento que la comedia no recibe todo el respeto que se merece. Siempre quieres más a la gente que te hace reír y es divertida, pero en la época de premios parece que siempre se da más importancia a los dramas y las películas serias. Ser dramático es mucho más fácil que divertido en la vida real.

¿Hay alguna película o algún actor que le hiciera dedicarse a la actuación a usted mismo?
— Bueno, tuve muchas referencias de mi padre [Kirk Douglas]. Cuando es el trabajo familiar te acostumbras a ello. Él hacía 5 o 6 películas al año y en vacaciones siempre estábamos juntos. Recuerdo ir a ver a mi padre en el rodaje de Cautivos del mal, estaba muy oscuro y era en medio de una escena romántica con Lana Turner. Debía tener unos 10 años y me quedé embobado hasta que vi a mi padre que me hacía un gesto para que me apartase porque estaba en medio (ríe). Hacer películas es muy caro, necesitas una compañía entera y depende de mucha gente, pero siempre, siempre requieres de un buen fundamento: un buen guion.

¿Cómo ve la situación de la Isla y la saturación turística que sufre?
— El problema es la combinación de AirBnb y coches de alquiler que se retroalimentan. No es nada nuevo, todo el mundo lo sabe. En el otro lado de la Serra lo notamos menos, pero lo entiendo perfectamente. Hay unos 14 millones de turistas y hay problemas con el agua y estoy seguro de que la gente está intentando solucionarlo de la mejor manera. Es una problemática muy grande y no tengo la respuesta. Si la tuviera, sería yo quien debería estar en el ayuntamiento (ríe).

¿Ha pensado en el retiro?
— La última vez que trabajé fue en 2022, cuando hice de Benjamin Franklin para una serie de Apple, y me dije: me voy a tomar un descanso en 2023. Y me lo he pasado tan bien que estamos ya a mediados de 2024 y sigo igual (risas). No me he retirado, pero sí les he dicho a mis agentes que a no ser que llegue algo muy especial, con buen material y el director sea muy bueno, estoy bien como estoy. Intento tomarme las cosas con calma, facilitarme la vida y disfrutar de mi tiempo en Mallorca, donde estaré los próximos 6 o 7 meses. No estoy retirado, pero se podría decir que sí semi-retirado.

¿Cómo valora la retirada de Joe Biden y las inminentes elecciones en su país, Estados Unidos?
— Una cosa que tengo clara es que no podemos celebrar unas elecciones que duran dos años. Espero que aprendamos de Europa en este sentido. Es ridículo y muy caro. Además, lamento mucho la cantidad de tiempo que la política toma del día a día. Por otro lado, es obvio que hay una crisis en Estados Unidos, pero también se ha logrado mucho en poco tiempo por parte de Biden, a quien siempre he apoyado, como revivir la OTAN y sus alianzas en Europa. Kamala Harris es muy interesante y creo que lo va a hacer bien en estas elecciones, pero como muchos más pienso que estamos en una crisis democrática, sobre todo por lo que propone el otro bando. Es algo a nivel global. Las clases medias están empobrecidas y no llegan a final de mes. Antes era algo de lo que sentirse orgulloso ser de clase media, pero ahora sufren entre facturas y facturas y creo que esta es una de las razones por las cuales las clases trabajadoras han sido seducidas por la derecha y por Donald Trump.

¿Hay algún papel del que se sienta especialmente orgulloso?
— Hay que tener en cuenta que se trabaja igual de duro para los éxitos que para los fracasos. Los personajes que más he disfrutado son los que están en la zona gris, que no son ni villanos ni héroes. Logras que la audiencia les apoye aunque no saben si les gusta o cae bien. Es algo que logré en películas como La guerra de los Rose o Un día de furia, y los he disfrutado muchísimo.