Antoni Vives (Barcelona, 1965) fue teniente de alcalde de Urbanisme del Ajuntament de Barcelona con Xavier Trias y actualmente trabaja en el proyecto Neom, en Arabia Saudí. | Nitasha Walia

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Tras publicar su última novela con el sello mallorquín Ensiola, Lliçó d’arquitectura (2022), el que fuera teniente de alcalde de Urbanisme del Ajuntament de Barcelona en la época de Trias y que actualmente trabaja en Arabia Saudí en el proyecto Neom, regresa al panorama literario con La vida de la Shilpi (Univers). Lo presentará este miércoles, a las 19.15 horas, en la librería Drac Màgic de Palma, junto a Pere Antoni Pons.

Sitúa esta novela bien lejos de casa. ¿Cómo la concibió?
Surgió a raíz de la casualidad de estar leyendo el periódico y encontrarme con una noticia pequeña que me llamó la atención: una mujer, Shilpi, había matado presuntamente a su marido. Aquello me generó una obsesión por comprender cómo una mujer que parece predestinada a no poder salir del destino del que estaba circunscrita, por creencia, cultura o condiciones sociales o ambientales, realiza un esfuerzo supremo para intentar huir. Por otra parte, también me interesó la posibilidad de la tragedia en la época moderna. En ese momento estaba en la India, donde también he trabajado, y creo que la distancia ayuda a vernos a nosotros mismos sin el ruido de las condiciones culturales en las que hemos nacido.

Debe de haber muchas miserias en la India, ¿por qué cree que se fijó en esta en particular?
Tenemos una idea preconcebida de la India y, aunque es cierto que hay mucha miseria, también es verdad que hay mucha prosperidad. De hecho, tienen unas condiciones jurídico administrativas que ya queríamos los Països Catalans.

Tenemos que abandonar el paternalismo.
Totalmente. Hay que ir con mucho cuidado, porque en todo caso serían ellos los que podrían tratarnos con paternalismo. En este caso, me fijé en unos hechos objetivos, en las condiciones por las que alguien huye de casa, algo que responde a cuestiones económicas basadas en el impulso del progreso, que genera la posibilidad de conocerse a sí misma. Empieza a despertar de su realidad gracias a Bollywood y a sus compañeros de trabajo. Es una mujer que se va haciendo a sí misma hasta que se da cuenta de algo que hasta entonces había sido indiscutible: el dominio de su marido en una situación sociocultural en la que todo el mundo tiene un rol. Su marido no quiere adaptarse a estas condiciones y reacciona con violencia; y ella, que se ha adaptado a esa realidad, intenta salirse de ella, primero desde la normalidad, hasta que llega a un punto radical. Y es que quiero poner al lector en el dilema de escoger entre lo legal o lo correcto; lo moralmente aceptable y lo inmoral. De esta manera, nos descubrimos y llegamos a empatizar con una mujer que, objetivamente, es una asesina.

Pero, ¿no vivimos en una sociedad demasiado polarizada? ¿Hay que escoger siempre un bando?
En todas mis novelas hay personajes buenos y simpáticos que no lo son tanto y lo mismo sucede con los que son malos. Todos tienen y todos tenemos un punto de humanidad, de grisura. En esta, planteo hasta dónde podemos llegar para escapar de situaciones que no nos dejan vivir y hasta qué punto puede ser aceptable.

Decía que la distancia contribuye a que el lector se centre en otros detalles.
Sí. Ni Shakespeare sabía mucho acerca de Verona, donde ambientó Romeo y Julieta, ni del reino de Aragón para Mucho ruido y pocas nueces. En mi última novela ya me convertía en un personaje. Ubicar la acción en lugares que el lector no conoce hace que se concentre mejor en los hechos y no en las referencias que tiene. Es una manera de descubrir mundos; la cultura catalana tiene que ser una cultura del mundo. He tenido la suerte de poder vivir, trabajar y convivir en lugares muy desconocidos, así que creo que desempeño una función cultural explicando la visión catalana de esos lugares. En este sentido, me apetece organizar un festival de poesía en Mallorca que aúne poesía urdu con la de aquí.

¿Qué detalles más puede avanzar sobre este proyecto?
Está centrado en la poesía persa e india, con la excusa de llevar a cabo un intercambio de músicas y narrativas entre ambas culturas que viven en los dos extremos de un universo que sobrepasa el Mediterráneo. Ya he hablado de ello con Jaume Garau, Pere Antoni Pons, Manuel Forcano...

¿Y por qué Mallorca?
Tenemos interés en que sea un lugar neutral, con capas claramente procedentes de un lugar y de otro. En ese sentido, Mallorca es ideal y, además, dentro de la cultura catalana tienen un papel fundamental.

En la novela también se aprecia su trabajo en urbanismo, la tensión que se produce entre la tradición y la globalización en las ciudades.
Hemos olvidado que la ciudad es el ecosistema que el ser humano ha creado y eso quiere decir que pueden ser tan complejas como nosotros mismos.