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Entiendo la economía como una ciencia social, objetiva y externa a influencias. Por ello, la finalidad de este artículo es que los lectores extraigan sus propias conclusiones.

Es una constatación el mayor volumen de turistas en esta temporada menorquina. Pronto las cifras se debatirán. No obstante, deberíamos ser capaces de realizar un análisis que excediera las estadísticas.

De primeras, la mayor afluencia de turistas ya permite adentrarnos en un debate: la elección de un modelo equilibrado y sostenible –lo cual obliga a apostar por la diferenciación– o un modelo más intensivo con el uso de recursos naturales.

En segundo lugar, me pregunto si seremos capaces de desmenuzar, sin tapujos, las causas subyacentes en las cifras sobre la actividad turística de los meses precedentes. ¿Se deben a factores externos –situaciones geopolíticas de los destinos competidores, situación económica de los países emisores…– o el ritmo de la actividad ha venido determinado por factores endógenos: promoción turística, diversificación de producto, canales alternativos de comercialización, etc.? Juzguen ustedes mismos.

En tercer lugar, seguimos a vueltas con la tipología de alojamiento. Tema, sin duda, importante no solo ahora sino en las últimas cuatro décadas, aunque el mayor volumen en esta temporada lo haya evidenciado con mayor firmeza. Les invito a analizar el gráfico 4, sobre la estructura de la oferta de alojamiento en Menorca, en BELTRÁN, C. (2016): “El model turístic menorquí: mite o realitat (1960-2015)”, pág. 34, Documenta Balear. Obra en que realizo un estudio al respecto, así como pautas para el desarrollo futuro de ventajas competitivas basadas en la diferenciación.

Los guarismos del gráfico citado son ilustrativos: el fuerte sesgo en relación a la oferta de alojamiento en apartamentos de uso estacional es más que evidente. Situación que se remonta al año 1973. En consecuencia, hablar de la tipología del alojamiento en Menorca no es hablar, en sentido estricto, de un problema actual sino de la consecuencia de una problemática más acuciante: la falta de definición clara del modelo y del posicionamiento global de la marca Menorca. Esto incita a dos nuevas reflexiones:

1) Las ventajas y los inconvenientes de estructuras económicas más equilibradas, o bien escoradas hacia el asentamiento de una actividad principal.

2) La planificación y el desarrollo de un modelo turístico y, en general, económico que genere complicidades público-privadas, bajo el rigor y objetividad de la ciencia económica, superando ideologías y otras diferencias. Deben aprovecharse los vientos de cola para establecer bases sólidas capaces de afrontar coyunturas menos favorables. Esto me conduce a la nueva vía menorquina de crecimiento que propugno en mi tesis doctoral, cuya síntesis puede consultarse en BELTRÁN, C. (2015): “La nueva vía menorquina de crecimiento”, Boletín de Información Comercial Española, Ministerio Economía y Competitividad.

Solo un modelo capaz de integrar la pluralidad de intereses particulares –satisfaciendo sus diferentes necesidades– en aras al bien común puede crear bienestar social y riqueza. En este sentido, la administración pública tiene un rol fundamental pero, también, y de forma imperiosa, conjuntamente con el tejido privado empresarial y la sociedad en su conjunto. La cooperación público-privada ha de ser el eje central sobre el que pivoten el resto de variables, aunque suponga limar asperezas –realizar, en ocasiones, concesiones–, mediante cooperación, diálogo y encuentro de puntos en común objetivables, medibles, realistas y eficientes en términos económicos, sociales y sostenibles.

La palabra consenso sigue siendo hoy tan necesaria como antaño, ¿no creen?