De izquierda a derecha, Encarna Piñero, vicepresidenta ejecutiva del Grupo Piñero; Heidi Stadler, directora general de First Mallorca; Montse Fuster, presidenta de Amadip Esment; Carmen Sampol, CEO de Sampol; Paula Serra, editora de El Económico y directora de Audiovisuales del Grupo Serra; Carmen Matutes, subdirectora general del Grupo Empresas Matutes y Palladium Hotel Group; María José Hidalgo, consejera delegada de Air Europa; Carmen Planas, presidenta de CAEB; y Antonia Mascaró, consejera delegada de M | Jaume Morey

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No existe la igualdad real entre hombres y mujeres, pero cada día se está más cerca de conseguirla. El Económico reunió a ocho empresarias de Balears para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Reivindicaron el feminismo y una nueva manera de dirigir las empresas más basada en el cumplimiento de objetivos, a la vez que reclamaron el apoyo de la Aministración para que tome medidas que favorezcan la conciliación.

Montse Fuster, presidenta de Amadip Esment; María José Hidalgo, directora general de Air Europa; Antonia Mascaró, consejera delegada de Melchor Mascaró; Carmen Matutes, subdirectora general del Grupo Empresas Matutes y Palladium Hotel Group; Encarna Piñero, vicepresidenta ejecutiva del Grupo Piñero; Carmen Planas, presidenta de CAEB; Carmen Sampol, CEO de Sampol; Heidi Stadler, directora general de First Mallorca, y Paula Serra, editora de El Económico y directora de Audiovisuales del Grupo Serra, se reunieron el martes día 7 en un encuentro celebrado en el café-restaurante Varadero de Palma. Reivindicaron el papel de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad y especialmente en el laboral.

Una perfecta organización de los tiempos y las tareas es lo que permite a estas mujeres y empresarias compaginar trabajo y familia. No es fácil, pero todas coinciden en que con esfuerzo y sacrificio es posible.

Encarna Piñero, con cuatro hijos de corta edad, inicia su jornada sobre las 7.30 de la mañana y lleva a sus hijos al colegio o aprovecha para hacer deporte siempre que no tiene reuniones a primera hora. Tiene horario continuado tres días, aunque dos tardes acude a la oficina. No se pierde los partidos que juegan sus hijos los fines de semana y su principal obsesión es pasar tiempo de calidad con ellos. “Mi reto de cada día es estar cada momento al cien por cien, la filosofía del mindfundless, porque a veces estás en casa pero estás pendiente de otras cosas y no estamos con nuestros hijos. Mi principal obsesión es dedicar a mis hijos tiempo de calidad”, asegura, al tiempo que añade que tener ayuda en casa es esencial para poder conciliar.

Una historia similar es la de María José Hidalgo, que está al frente de la compañía aérea Air Europa. Cada día desayuna con sus dos hijas, antes de ir al gimnasio o acudir directamente a la oficina. Algunas tardes está en el despacho, pero también trabaja desde casa. “Lo que peor llevo y lo más duro es tener que viajar”, asegura, con la anuencia del resto de empresarias.

“Hay una cosa que nos diferencia mucho de los hombres y es que nosotras pasamos etapas. Ahora mis hijas ya son más mayores y he conseguido este equilibrio de tener una vida organizada, pero me he sentido identificada con lo que ha contado Encarna”, indica Carmen Matutes. “Creo que para aportar a una empresa también tienes que vivir en este mundo, y por ejemplo ahora me obligo a tener un horario que antes no cumplía, era infinito. Yo me levanto a las seis y media, dejo a mi hija en el colegio y estoy en el trabajo a las 8. No salgo a comer a no ser que tenga reuniones, y normalmente salgo a las 16.30”, añade.

Heidi Stadler asegura que la situación personal tiene una gran influencia en el desempeño profesional. “He aprendido ahora que lo primero es lo primero, y la familia es lo que me da el equilibrio. Si algo no va bien con los niños, no puedo funcionar. Les llevo al cole y les recojo para verles, y además tengo ciertos rituales que me ayudan a quitarme el estrés y a rendir más en la empresa”.

“En la empresa familiar cada vez asumimos más responsabilidad, y es una mochila que cada vez pesa más. Estás criando a las futuras generaciones que van a llevar tu empresa, y tienes que transmitir los valores de la empresa familiar de compromiso, responsabilidad, esfuerzo... Y eres consciente de que son etapas que no vuelven”, indica la vicepresidenta ejecutiva de Piñero.

Todas cuentan que ser empresarias conlleva un sacrificio personal y que han sentido la necesidad de demostrar que valían. “Quieres comerte el mundo”, reflexiona Planas. “Yo a un mes de parir ya estaba en el despacho”, recordó María José Hidalgo. Lo mismo cuenta Encarna Piñero, que ha estado “dando de mamar y hablando por teléfono”, o también Heidi Stadler, que estaba cerrando una venta cuando rompió aguas y a los diez días después de una cesárea se incorporó al trabajo. “Creo que quería enseñar a todos que era capaz, pero hoy lo encuentro una tontería, me arrepiento”, indica. Carmen Planas opina que la mujer se implica mucho más que el hombre en el cuidado de los hijos: “Los hombres, teniendo el mismo trabajo, lo viven de otra manera, no sufren”, manifiesta.

“El sufrimiento de una madre cuando tiene hijos pequeños es horrible. Te sientes culpable, pero cuando lo has pasado te arrepientes”, indica Montse Fuster. “Todas hemos pasado por lo mismo”, recordó Antonia Mascaró, y la ibicenca señaló que ocurre “hasta que “empiezas a priorizar”. “Por eso las mujeres no son directivas, porque renuncian realmente a ser directivas para ser madres. Yo también a los 15 días de parir estaba trabajando. Y otra mujer no lo va a hacer por una empresa que no es suya”, indica Carmen Sampol quien, a diferencia de las demás, asegura que nunca se ha sentido culpable. Encarna Piñero asegura que se puede armonizar todo, y María José Hidalgo reconoció la gran ventaja que es ser “independiente”. “Yo no conozco a ninguna señora que tenga la flexibilidad que tenemos nosotras, porque la empresa es nuestra”, recordó.

PUESTOS EJECUTIVOS. La alta dirección sigue dominada por los hombres, aunque las empresarias consideran que se está avanzando en el camino hacia la igualdad. En palabras de Paula Serra, “las mujeres no somos iguales y tampoco queremos serlo, pero deberíamos tener las mismas posibilidades que los hombres de acceder a determinados puestos y deberíamos luchar para que no se nos pregunte cómo nos organizamos”, indicó.

“Estamos en un mundo muy masculino. Siempre estoy rodeada de corbatas”, resumió Carmen Planas. Carmen Sampol va en la misma dirección: “El mundo es muy machista, y más la ingeniería, que es históricamente masculina. A los hombres no les gustan las mujeres poderosas y que ganen más que ellos. Pero las mujeres han irrumpido, porque han luchado mucho o porque les ha venido, pero hemos llegado”, indica. “Mi padre hubiera preferido que mi hermano fuera el consejero delegado, pero a mí me gustaba más la empresa que a mis hermanos. Él quería que estudiara Farmacia, pero yo quería estudiar ingeniería y económicas. Todavía estamos en un mundo machista. Pero cada vez creo que las mujeres salimos, y aportamos mucho. Somos diferentes y una empresa donde hay mujeres es mucho mejor que una empresa donde solo hay hombres”, concluye.

“Durante 32 años he compatibilizado mi trabajo de profesora en dos colegios con Amadip Esment, y todo en horas extra. No comprendo cómo he podido hacer todo lo que he hecho, pero os diré que cuando me preguntaban cómo estaba, respondía que sobreviviendo. Porque el día a día era extremadamente intenso. Hace 32 años Amadip Esment era una imprenta totalmente obsoleta y hoy tenemos centenares de trabajadores. No sé cómo pude hacer tantas cosas, porque yo tenía tres hijos y la pequeña tiene síndrome de Down y exigía más dedicación en todos los niveles... pero se hace. Yo me he relajado y pienso que hacemos lo que podemos. Y al final sale todo. Y a mis hijos no los veo traumatizados por no haber estado más con ellos”, reflexiona Montse.

En la mesa hay unanimidad en señalar que la manera de dirigir de una mujer es diferente a la de un hombre. “Nosotras tenemos más mano izquierda, más intuición. Nos anticipamos más”, menciona Antonia Mascaró. “La comunicación es la clave en la empresa. La diferencia es la empatía que tenemos las mujeres, tenemos más filosofía de vida y los hombres están más en el día a día”, indica Stadler.

En el ámbito profesional no se sienten más cuestionadas por ser mujeres ni discriminadas, pero algunas de ellas sí notan más presión en la familia, como Carmen Matutes. Encarna Piñero o María José Hidalgo también hablan de la presión de la imagen como algo que tienen que soportar por ser mujeres.

“La mujer, como ya lleva la organización de su casa, es más organizada. Yo intento distribuir mi tiempo y buscar la máxima productividad con objetivos claros. Y los hombres a veces se pierden por la lucha de egos que existe entre equipos. El hombre tiene más ego, mientras que la mujer intenta llegar a los objetivos y utilizar la parte más emocional para comprometer a los equipos. Pero estoy acostumbrada a tener reuniones donde la única mujer soy yo y no me siento diferente”, indica Piñero.

En todas las empresas de las asistentes, las mujeres cobran lo mismo por el mismo puesto que los hombres. Sin embargo, las mujeres no llegan a los puestos directivos y tienen categorías profesionales inferiores o trabajan menos horas, lo que lleva a sueldos medios inferiores.

¿Por qué las mujeres no llegan a cargos directivos?, se preguntan. “Somos nosotras mismas, las mujeres, las que nos frenamos porque queremos tener hijos y nos sabe mal dejarlos. Cuando mis hijos eran pequeños yo no podía estar en casa por las tardes. Ningún ingeniero nos ha pedido reducción de jornada, pero sí las mujeres del mismo rango. El problema es que una ingeniera que solo puede trabajar de 8 a 2 no podrá compararse nunca con otro que trabaje en horario completo. Y entiendo que lo hagan, pero muy pocas veces es el hombre el que pide la reducción de jornada. En administracion sí que tenemos hombres que cuidan ellos a sus hijos, pero no los jefes de departamento. Es más fácil para gente que tiene un salario medio”, indica Mascaró.

“Las mujeres estamos en desventaja respecto a los hombres porque asumimos de manera diferente la conciliación de la vida familiar con la vida laboral”, mencionó Planas.

“¿Y por qué a las mujeres la sociedad nos exige la responsabilidad de la conciliación familiar? Socialmente está establecido así y lo tenemos que cambiar”, reinvindicó Matutes. “Siempre me pregunto -dice Montse Fuster- si esta tendencia que tenemos las mujeres a ocuparnos de los dependientes, de los hijos, va con nuestra naturaleza esencial o es la educación”. Para Heidi Stadler, el problema es de genética. “Yo soy una serie de mujeres de mi pasado. La naturaleza da a los hombres una fuerza que no tenemos por generaciones, y no lo podemos cambiar tan rápido. Mi padre ha ido a la guerra, mi abuelo ha ido a la guerra, son hombres autoritarios que tomaban decisiones en segundos y eran líderes natos”, indica.

En cambio, Carmen Sampol considera que es la educación. “Hay cierto instinto maternal, por ejemplo dar el pecho, pero a parte de esto es la educación”.

Montse Fuster lo tiene claro: es la educación. “Tiene que haber una revolución”, señaló.

Para Carmen Matutes, “no es tanto por un tema de género como de formación y responsabilidad”, indicó. “Hasta hace poco el mundo laboral era muy masculino y a las mujeres de una cierta generación les era más difícil acceder a estudios. Estoy segura que en 10 o 15 años, con la preparación cada vez mayor de las mujeres, se equiparará”, sentenció.

“Esto está cambiando”, señala Encarna Piñero en relación a los puestos directivos. “Nosotros en dirección de hotel tenemos a más mujeres que hombres”, indica, aunque también ha tenido casos en que la mujer no ha querido promocionar porque no está dentro de sus prioridades. “Si no estamos coaccionadas ya no es discriminación, lo importante es poder elegir”, recuerda.

Montse Fuster explica que han observado que “los cuidadores de atención directa antes eran todo mujeres y ahora de cada vez hay más hombres, y esto me maravilla porque se rompe el esquema”, indica.

MEDIDAS DE CONCILIACIÓN. La mayoría de las empresas presentes ofrecen la posibilidad de tener flexibilidad horaria, aunque todo depende del puesto y del tipo de trabajo.

Fuster explica que en Amadip Esment tienen flexibilidad horaria en todos los puestos excepto en los de atención directa. “Pueden elegir la entrada de 8 a 9.30 y pueden elegir tardes libres si lo compensan. También pueden hacer jornada intensiva. Todo esto veo que la gente lo agradece mucho”, indica.

Desde Piñero, “tenemos directivas que vienen dos tardes hasta las cinco y dos tardes hasta las siete. Al final hay puestos en los que se tiene que estar disponible 24 horas, y hay chicas que están dispuestas a hacerlo. Y hay que darles equipo para que puedan gestionarlo. Yo creo que hay que ayudar a las mujeres. Hay empresas que dicen ‘no nos sirve', pero nosotros les damos la oportunidad”, explica Encarna.

En cuanto a las jornadas reducidas, María José Hidalgo indica que “prácticamente todos los perfiles de su empresa pueden acogerse a esta medida, incluso los pilotos”. “Creo que los únicos que no pueden tener jornada reducida son los puestos directivos en una empresa porque, por ejemplo, no puedes dejar de viajar. El resto de los cargos se pueden manejar”, indica. También aseguran que es “imposible” para un director de hotel o de hospital.

Para Heidi Stadler, “lo más importante para quien quiere trabajar es hacerse imprescindible, porque la empresa te quiere y te acomoda aunque tengas un cambio en la vida”, indica, y añade que “los directivos tienen que tener su tiempo y su vida para que estén alegres” y puedan dirigir y motivar.

FEMINISMO. Las mujeres de la mesa se consideran feministas, en el sentido de luchar por la igualdad sin perder la esencia. Piñero e Hidalgo se consideran feministas sin reparos. “No hay ningun puesto directivo con una mujer que sea mediocre, y hay muchos hombres mediocres en puestos de responsabilidad”, indica la directora general de Air Europa. “Si entiende feminismo por defender que somos iguales, sí me considero feminista”, indica Matutes.

“Yo quiero que los hombres sigan abriéndome la puerta, y luego pagar la mitad de la cuenta, y por supuesto la igualdad laboral”, indica Heidi Stadler.

Sin embargo, no hay un criterio unánime a la hora de valorar la discriminación positiva en el ámbito público, y menos en el privado. “A veces es necesaria la radicalidad para llegar al término medio”, puntualiza Mascaró.

“Quiero que tengamos igualdad de oportunidades porque somos igualmente válidas, lo que sí quiero defender mi identidad como mujer, no quiero ser un hombre”, señaló Carmen Matutes, quien indicó que “nos diferencian ciertas maneras de relacionarnos, comportarnos e interactuar, pero no nuestra capacidad laboral”. “Si a esto le llamas feminista, sí lo soy”.

María José Hidalgo, Carmen Sampol, Carmen Planas y Antonia Mascaró se muestran a favor de las cuotas femeninas y la discriminación positiva en los cargos públicos. “Las cuotas han sido necesarias porque si no habría muchas menos mujeres de las que hay”, puntualiza Mascaró.

En cambio, Carmen Matutes no está de acuerdo. “No estoy a favor de discriminaciones positivas porque creo que no sirve. Hasta ahora las mujeres no estaban tan preparadas como los hombres, y estoy segura que en la generación de mi hija no se va a mirar la condición de género. Tengo dos hijas muy responsables y me daría rabia que algún día estuvieran en algún sitio por cuota porque estoy segura que se lo van a ganar con méritos propios”, reivindicó. También Encarna Piñero considera que se debería ascender por méritos y no por cuotas.

Respecto a la empresa privada, ninguna lo considera necesario aunque se muestran convencidas de que en un futuro las mujeres tendrán mucha más presencia.

MEDIDAS POLÍTICAS. En cuanto a las medidas políticas para favorecer la igualdad real, consideran que el tema del horario es fundamental y añaden que las empresas no pueden hacer frente a este objetivo solas, sino que es un reto de toda la sociedad y necesitan más apoyo por parte de los gobiernos. Consideran que las ayudas para favorecer la conciliación laboral y personal son del todo insuficientes.

“Los gobiernos tienen que ser capaces de poder asumir el coste de que la sociedad siga teniendo niños”, indica María José Hidalgo. Consideran que hay mucho por mejorar en el tema de las guarderías, tanto en el precio como en la disponibilidad. Encarna Piñero apunta que deberían estandarizarse las guarderías 24 horas. Montse Fuster aboga porque se lleven a cabo planes de igualdad y se revise su cumplimiento y por la retribución flexible, es decir, “que parte de la remuneración sea en vales de comida o de guardería, seguro médico... que implican ventajas fiscales”.

Encarna Piñero apuntó que se deben promover ayudas para poder tener personas que ayuden a las familias en casa para poder trabajar y conciliar, como deducciones fiscales y de Seguridad Social. Asimismo, añadió que “desde el departamento de Responsabilidad Social hay que hacer un trabajo de sensibilización del equipo directivo, tanto de los hombres como de las mujers”, indicó.

Carmen Matutes reivindicó la organización empresarial por objetivos. “Las empresas tienen que empezar a valorar a sus ejecutivos no tanto por las horas que están ahí. Mis directivos me dan todos los resultados que pido y no me hace falta tenerlos ahí siempre”, recordó, algo que apoya también Encarna Piñero, quien valora el “compromiso del trabajador con la empresa y que la relación sea justa”.

Y Heidi Stadler abogó por una educación igualitaria en las escuelas. “Es lo más importante. En la escuela las chicas son mejores, más rápidas, más ambiciosas y autónomas, pero de mayores nos quitamos a nosotras mismas esta seguridad”, recordó.