Precisamente, dos de estos problemas los ha desatado el nuevo presidente: el primero por la “amenaza” de una subida impositiva que afecta directamente a la bolsa: incremento del impuesto de sociedades y del tipo que grava las ganancias de capital (por ejemplo en bolsa).
También ha penalizado a las bolsas ha sido la posibilidad de liberalizar patentes de las vacunas de la COVID. Esta, aunque afecte a una tipología de empresas concretas y, por tanto, no tenga una repercusión sobre toda la bolsa, ha creado una gran sorpresa y alarma por la incertidumbre que puede provocar, ya no solo al resultado de las compañías sino al futuro de la innovación científica y tecnológica.
El tercer factor negativo para Wall Street es ajeno a la Administración Biden, al menos de forma directa: el riesgo de inflación.
Las políticas monetarias agresivas están provocando excesos de liquidez cuya consecuencia podría ser una subida de inflación.
Cuando las autoridades monetarias se den cuenta, van a intentar estabilizarla (o frenarla si llegan tarde) con subidas de tipos de interés, lo que tiene una doble afección cara a los mercados de renta variable: los activos sin riesgo ganan atractivo y las valoraciones bursátiles bajan al descontarse flujos de caja futuros a tasas “sin riesgo”. Este punto afecta especialmenete a los valores de crecimiento o “growth” como los tecnológicos al tener que calcular más beneficios futuros que presentes. El Banco de Canadá ha sido el primero en reducir estímulos, indicando el camino al resto.
A estos tres puntos habría que añadir un cuarto, aunque es poco novedoso: las perspectivas de algunos analistas que auguran una caída en bolsa americana desde hace años, especialmente en los valores tecnológicos, bajo la premisa que “están caros”.
Sin embargo, ninguno de los cuatro puntos son definitivos: los dos más coyunturales causados por cuestiones políticas son, precisamente, puntuales y posiblemente se queden en “ruidos”.
IMPACTO DE LA INFLACIÓN. La inflación sí marcará el futuro, pero es cierto que las subidas que deben provocar en los tipos de interés todavía afectarían poco a la renta variable debido a los niveles tan bajos en los que nos encontramos.
En cuanto a la posibilidad que los mercados americanos estén caros, puede haber analistas para todos los gustos, pero hay que tener en cuenta dos cosas: los resultados empresariales están sorprendiendo muy positivamente al mercado (por tanto las estimaciones deben mejorar) y los valores históricos poco tienen que ver con los actuales. Por ejemplo, según el PER de Shiller, el S&P nunca ha estado tan caro como en mayo de 2009 cuando las bolsas habían subido un 30% desde mínimos. Desde ese momento el S&P ha subido un 365%.
Por último, pero no menos importante, los soportes vuelven a ser claves para intentar detectar cambios de tendencia, y en el caso de Wall Street los primeros podrían estar en 3.700; 29.500 y 12.240 para S&P, Dow Jones y Nasdaq.