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Los mercados financieros se ven afectados por muchos factores y tanto el pasado 2022 como este año se solapan varios de gran importancia. Ciertamente, algunos de los protagonistas serán similares a los del año pasado, pero de forma diferente.

Por supuesto en este sentido veremos cómo la inflación y las subidas de tipos seguirán teniendo importancia. Poca duda cabe de que en los primeros meses seguirán subiendo los tipos de interés ya que la inflación sigue siendo alta. En todo caso, la inflación parece haber hecho techo tal como se desprende de las últimas lecturas (con alguna excepción puntual). Por lo tanto, las subidas de tipos tendrán un final más pronto que tarde sin descartar una bajada en Estados Unidos ya en este 2023, aunque justo esta semana JP Morgan lo descartaba.

Además de las bolsas y algunos de sus sectores (principalmente el tecnológico) el principal beneficiado de este final de subida de tipos será la renta fija. Posiblemente no recupere todo lo perdido en 2022, pero una buena estrategia de los inversores que no hayan arriesgado mucho hasta ahora podría darle buenas rentabilidades pasando de vencimientos de corto plazo a largo plazo (quien ya tuviera de largo plazo al menos recuperará parte de lo perdido).

Esta subida de precios y de tipos está provocando un enfriamiento económico. La cuestión es si será un año de recesión o de un simple «aterrizaje suave». En cualquier caso, aun provocando esta recesión, parece que será corta y, si es así, el impacto a las bolsas podría ser nulo: los mercados pueden haber descontado ya con las caídas de 2022. Aunque pueda sorprender, en muchas ocasiones las bolsas suben mientras que la economía real va mal (de hecho el año pasado sucedió lo contrario).

Dejando de lado estos temas, la geopolítica también tendrá su impacto: desgraciadamente la guerra en Ucrania sigue y, a parte de la desgracia humanitaria que eso supone, los problemas de abastecimiento energético siguen sobre la mesa, aunque parece que se están poniendo soluciones. Siguiendo con la geopolítica, pero cambiando de continente aparece China y su conflicto con Estados Unidos.

Por una parte, la tensión por Taiwan es más que palpable, y por otra la guerra comercial que ha dado una pequeña tregua, pero que se está volviendo a recrudecer, especialmente teniendo en cuenta que es año preelectoral en Estados Unidos. En este sentido el impacto en los mercados es evidente y con un claro protagonismo para los semiconductores. Este año ha sido un sector muy penalizado pero habrá que ver cómo afronta esta nueva globalización.

Desde China también nos llegan buenas noticias: parece que la apertura económica tras años de covid es un hecho, generando una «nueva» actividad económica que, aun penalizada por el conflicto comercial, puede generar nuevas oportunidades de inversión.

Por último, siempre hay que tener presente el concepto de «cisne negro», es decir un acontecimiento no esperado que influya negativamente; en los últimos años hemos visto muchos -Brexit, COVID, Guerra…-. Esperemos que este año sea más tranquilo en este sentido.