No era un día más dentro de una campaña que acaricia su ecuador con mucho por decidir y poco ya que prometer a estar alturas. Pero sí que para el PSIB-PSOE este miércoles llevaba tiempo marcado en rojo. Era el día, la tarde en la que Pedro Sánchez iba a echar un capote a los suyos en una comunidad en la que, salvo el Consell de Ibiza, ostenta el mando de las principales instituciones de gobierno. Desde la mayor de la pitiusas aterrizó a el presidente del Gobierno en la Isla para comparecer poco más de veinte minutos más tarde de lo esperado en el pabellón de Son Ferragut. Para los más viejos, aquella pista que no llegó a tiempo para la Universiada.
Una hora antes, las colas para acceder al recinto ya eran importantes. En ellas, como un militante más, uno de los pesos pesados en Mallorca, Andreu Serra, departía con los simpatizantes socialistas, expectantes ante la irrupción de su gran líder. Que llegó con poco más de veinte minutos de retraso sobre lo previsto para ser vitoreado al asomar su mano para comenar una interminable ristra de saludos, parándose a atender a algunos de los presentes. «No hemos tenido otro presidente como él, ni tendremos otro igual», refirió una de las presentes entre la mareja roja que escoltó al secretario general del PSOE hasta el escenario. Un aforo en el que los sectores de incondicionales ya entrados en años fueron de los que más entusiasmo mostraron en la gran fiesta de la campaña socialista.
Junto a los principales candidatos y rostros de la formación a nivel balear, con Francina Armengol, Catalina Cladera y José HIla al frente, Sánchez hacía las delicias de sus incondicionales y de la parroquia socialista, orgullosa de tener a su referente en Palma, en Mallorca, en un momento clave para la consolidación del proyecto del PSIB dentro del espectro insular. Y en un día en el que no faltó casi nadie. Y menos, los pesos pesados de las otras islas o de la Part Forana, con los Virgilio Moreno, Alfonso Rodríguez, Miquel Cabot, Natalia Troya o Martí March estratégicamente ubicados.
Al grito firme, previsible y coral de 'presidente, presidente' escaló el actual inquilino del Palacio de La Moncloa hasta el epicentro del acto. Algún piropo (se oyó varias veces 'guapo' desde la tribuna) precedió a su puesta en escena, para desgranar con seguridad y solvencia los logros de su Gobierno en materia social, educativa, económica, medioambiental, de vivienda... Con un discurso en clave nacional que logró reconducir hacia el foco de atención: Palma, Mallorca y Baleares.
Con uno de esos guiños se acabó de meter en el bolsillo a los dos mil asistentes, al poner en valor la figura y trabajo de Francesc Antich en su etapa de president del Govern y al referirse a un tema histórico como el REB. Llegó el esperado anuncio estrella, previo paso por la mención a la Ley de Vivienda y Son Busquets, enfocado en materia de movilidad y transporte, con ese convenio que llevará al Consejo de Ministros para validar definitivmente la apuesta del tranvía de Palma y dejó también algún recado de Feijóo. «Prefiero anunciar que meter la pata, como hacen otros en sus mítines», espetó un Sánchez espoleado, que definió a los socialistas como «buena gente» y reclamó a los suyos unn esfuerzo desde abajo, voto a voto, para mantener una plaza en la que cada sufragio vale oro.
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