El Pentágono aseguró ayer que el ataque a una residencia del
presidente yugoslavo, Slobodan Milosevic, es una muestra de la
presión que la OTAN quiere ejercer sobre Belgrado y que los
objetivos de esta campaña aérea, que ya dura un mes, siguen siendo
la infraestructura militar.
Los objetivos fijados se están logrando, afirmaron ayer la
secretaria norteamericana de Estado, Madeleine Albright, y el
ministro británico de Asuntos Exteriores, Robin Cook. Ambos
coincidieron en subrrayar que la OTAN no tiene intención alguna de
enviar tropas de tierra a Yugoslavia.
En el Pentágono, su portavoz, Kenneth Bacon, insistió en que la
Alianza Atlántica tiene el objetivo de seguir atacando la
infraestructura militar de Yugoslavia y «no pretende matar a
Milosevic». «Nuestro blanco no es el presidente Milosevic ni el
pueblo serbio. Nuestro objetivo son los militares y la
infraestructura militar que apoya la opresión en Kosovo», agregó el
portavoz.
La ley de Estados Unidos prohíbe expresamente la participación
de este país en cualquier tipo de operaciones para asesinar a
líderes extranjeros.
Bacon indicó que en las últimas horas y a pesar del mal tiempo, la
OTAN ha continuado reforzando su presión contra Belgrado. Reiteró
que, efectivamente, durante los últimos ataques las bombas aliadas
destruyeron la residencia del presidente yugoslavo en Belgrado,
situada en el área residencial de Dedinje, y que era propiedad del
presidente yugoslavo Josef Broz «Tito».
El portavoz del Pentágono subrayó que esa residencia de
Milosevic forma parte de un complejo militar cuyas estructuras son
utilizadas por las fuerzas serbias y en la que se incluyen varios
búnkers.
«La mayor parte de las fuerzas militares y de seguridad utilizan
una serie de residencias y edificios de oficinas en todo el país,
en particular en la zona de Belgrado. Todos están interconectados»,
agregó.
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