Naciones Unidas no enviará una fuerza militar internacional a Timor
Oriental hasta que Indonesia lo solicite, indicaron ayer diversos
representantes y diplomáticos internacionales. El primero en dejar
claro que no se mandarán tropas a Timor Oriental sin el
consentimiento de Indonesia fue el presidente del Consejo de
Seguridad de la ONU, el embajador holandés, Amold Peter Van Walsum.
«Esto es lo que todos estamos esperando: la luz verde de Indonesia
para el envío de una ayuda militar internacional», afirmó Walsum.
Su opinión fue apoyada por el nuevo embajador de Estados Unidos
ante la ONU, Richard Holbrooke, quien preguntado sobre una eventual
intervención dijo que «Indonesia no ha pedido por ahora más
asistencia exterior». La misma línea de trabajo es mantenida por
los posibles países que pueden integrar esa fuerza internacional de
intervención, entre los que se encuentran Australia, Nueva Zelanda,
Gran Bretaña, Canadá, Malasia y Tailandia.
«Todos los países que han expresado su deseo de participar en la
fuerza militar de asistencia han dejado claro que debe ser una vez
que el Consejo de Seguridad haya dada su luz verde y yo puedo
afirmar que el Consejo no la dará si no hay permiso del Gobierno de
Indonesia», enfatizó Walsum. Todas las declaraciones indican, por
tanto, que de momento una intervención internacional urgente en
Timor Oriental sin la aprobación de Indonesia está descartada.
LEY MARCIAL
Después de veinte años de lucha armada y siete en prisión, el líder
independentista timorense Xanana Gusmao recobró hoy, martes, la
libertad para presidir un país que está siendo reducido a cenizas.
Pese a la masiva victoria de la opción secesionista en el referendo
de autodeterminación de Timor Oriental el pasado día 30, Gusmao
ayer ni siquiera se planteaba su retorno inmediato a ese
territorio, donde Indonesia ha impuesto la ley marcial.
El dirigente timorense, de 53 años, y detenido desde noviembre
de 1992, abandonó ayer la residencia de Yakarta donde cumplía desde
febrero en arresto domiciliario una condena de dos decenios de
cárcel.
Ni la propia UNAMET ha escapado a la vorágine de violencia y su
sede en Dili afrontaba ayer una evacuación que se prevé inminente,
tras agotarse todas las reservas para resistir el cerco impuesto
por el Ejército de Indonesia. Los asediadores cortaron los
suministros de agua, electricidad y teléfono en la sede de UNAMET
en la capital timorense, mientras las llamas iluminaban el cielo
sobre la ciudad arrasada, informó el corresponsal en Dili, Tom
Fawthrop.
A la espera de su evacuación, Fawthrop reveló que, al parecer,
en Dili apenas queda población, aparte de los 10.000 timorenses
confinados en un recinto policial para su clasificación y
deportación, 2.500 personas en la sede de la UNAMET y unas 9.000 en
el centro religioso Don Bosco.
Casi la mitad del censo de 437.000 personas inscritas para el
referéndum podrían sufrir esta deportación masiva. Al parecer, los
refugiados son conducidos en camiones y embarcaciones de todo tipo
a Timor Occidental y a Surayaba, en la isla de Java; Irian Jaya
(parte indonesia de Nueva Guinea) y la isla de Ambón.
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