A falta de pocas horas para que se produciera el acordonamiento del
centro de Pekín, destinado a evitar todo incidente durante el gran
desfile de hoy por la mañana, el primer ministro, Zhu Rongji, lanzó
la advertencia de «la represión» contra todo elemento susceptible
de amenazar «la seguridad del Estado». «Debemos reprimir firmemente
todas las actividades criminales con el fin de mantener la
estabilidad social y la seguridad del Estado», declaró Zhu, en un
discurso solemne pronunciado ante las personalidades chinas y
extranjeras reunidas en el Palacio del Pueblo en Pekín como cada
año en la víspera de la fiesta nacional.
El mantenimiento de la estabilidad es un pretexto frecuentemente
utilizado en China con el que se justificó, entre otros, la
represión del movimiento democrático de Tiananmen en 1989. «La
experiencia histórica muestra que nada puede conseguirse sin
estabilidad», lanzó Zhu. «Debemos estar aún más comprometidos
puesto que hemos ganado la unidad y estabilidad», añadió. Unidades
de élite de la policía comenzaron al mediodía a prohibir el paso en
centro de Pekín en previsión del desfile de hoy.
Centenares de miles de civiles y militares desfilarán ante la
dirección comunista reunida al completo sobre la terraza de la
puerta de Tiananmen, donde Mao Tse-Tung proclamó la República
Popular China el 1 de octubre de 1949. Según la prensa, las
autoridades reforzaron los controles para evitar que los adeptos de
la secta prohibida Falungong se manifiesten en Pekín durante las
celebraciones.
La policía confiscó los carnets de identidad de ciertos adeptos
mientras que las compañías de autocares y las estaciones recibieron
la orden de verificar las identidades de los viajeros.
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