Las contradicciones de los portavoces rusos aumentaron la confusión
sobre la matanza en la capital de Chechenia, donde ayer reinaba el
dolor tras la muerte de casi dos centenares de personas por un
ataque con misiles.
Las autoridades chechenas denunciaron que el impacto de varios
misiles rusos en un mercado del centro urbano y otros lugares de
Grozni, entre ellos una maternidad, «ha causado más de 140 muertos
y más de 300 heridos» entre civiles, según datos provisionales.
Otras fuentes, como los servicios médicos chechenes, elevaron a
más de 200 el número de muertos y a más de 400 el de heridos en el
ataque, que políticos y generales rusos primero negaron, luego
admitieron y más tarde volvieron a desmentir. Tras las
estremecedoras escenas que se presenciaron después de las
explosiones, con cuerpos mutilados esparcidos por el suelo, los
servicios de socorro llevaron a muertos y heridos a los hospitales
de Grozni, que no dieron abasto para atender a todas las
víctimas.
Se pudo ver varios fragmentos de misiles, de unos 50 centímetros
de diámetro, que según algunas fuentes podrían ser cohetes
tierra-tierra «Scud», y escuchar testimonios espeluznantes de los
que sobrevivieron al ataque al mercado.
«Vi cómo los cohetes llegaban por el aire», dijo Lecha Dadáshev,
empleado del mercado central de Grozni, donde cayó uno de los
misiles, el que causó mayor número de víctimas. Nada más producirse
la explosión, «salí del almacén y vi a una chica de unos 15 años
que estaba tumbada boca abajo con la cabeza seccionada», relató
Lezha, en medio del amasijo de hierros y trozos de madera de los
puestos del mercado y los charcos de sangre de las víctimas.
Pero los funcionarios rusos, en una caótica sucesión de
declaraciones, se desmarcaron del ataque a Grozni y llegaron a
acusar a los rebeldes de haber cometido un atentado contra sus
propios civiles para responsabilizar al Ejército federal y provocar
indignación en Chechenia y en todo el mundo.
El primer ministro ruso, Vladímir Putin, reconoció en Helsinki
que las fuerzas de seguridad efectuaron una «operación especial en
el Cáucaso Norte», aunque subrayó que «no tiene ninguna relación
con la explosión» en el mercado de Grozni.
La tragedia ensombreció la visita de Putin a Finlandia para
asistir a la cumbre Rusia-Unión Europea, donde el conflicto chechén
fue un asunto importante de la agenda y en la que se indicó a Moscú
el uso desproporcionado de la fuerza y se le reclamó un arreglo
político. Al término de la reunión en Helsinki, Putin ratificó en
parte las declaraciones ante las cámaras de televisión de un
portavoz militar y se alineó con la mayoría de las demás versiones
oficiales sobre la matanza.
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