El centro de la separatista Chechenia, incluida Grozni, su capital,
quedó ayer convertido en una fatídica ratonera tras el bloqueo de
salidas efectuado por las tropas federales y las denuncias mutuas
sobre preparativos para usar armas químicas. El ejército ruso
alertó sobre una presunta actividad rebelde con armas químicas o
biológicas cerca de Grozni, versión que los independentistas
devolvieron inmediatamente contra Moscú.
Una información del servicio de prensa de las Tropas Unificadas
en el Cáucaso mencionó «trabajos no habituales» por parte de los
guerrilleros en las zonas más «probables» por donde avanzarían los
rusos en caso de un asalto a Grozni.
El parte destacó que los defensores de la capital de la
república separatista «han enterrado bidones que contienen un
líquido desconocido» y que lo hacían provistos de trajes especiales
para la guerra química y máscaras antigás.
Pero Abú Movsáyev, jefe del departamento especial del ejército
checheno y antiguo jefe de contraespionaje, desmintió la denuncia y
se la devolvió a su vez a Moscú. «Eso significa que Rusia va a
utilizar pronto armas químicas y culpará a los chechenos»,
declaró.
Rusia ha decidido ofrecer una recompensa de un millón de dólares
por la cabeza del jefe guerrillero chechén Shamil Basáyev, afirmó
el teniente general Guennadi Troshev, comandante en jefe agrupación
militar que actúa en Chechenia. «Quien la traiga (la cabeza de
Basáyev) recibirá un millón de dólares, sin importar que sea
chechén o un soldado ruso», asegura el jefe militar.
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