Un soldado ruso descansa sobre su arma a unos 20 kilómetros al noreste de Grozni.

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LEMA TURPÀLOV - GROZNI La agrupación oriental de las tropas federales en el Cáucaso Norte informó de que el líder de la comunidad chechena del distrito de Gudermés, Isá Israílov, llamó a los guerrilleros y a la población a cesar la resistencia y deponer las armas. El cierre del cerco en torno a esta ciudad, cuyos alrededores fueron objeto de duros bombardeos federales en los últimos días, fue desmentido por fuentes militares chechenes, y resultó imposible de verificar por medios independientes.

Desde la parte chechena se aseguró que sólo la mitad de la ciudad está rodeada en estos momentos por los federales (de norte a sur por el este), y que la franja de unos 30 kilómetros que separa a Gudermés de Grozni por el oeste sigue bajo su control. Un portavoz del mando chechén reconoció el sábado que el avance ruso sobre Gudermés había sido importante e informó de que una avanzadilla rusa fue sorprendida y expulsada a unos 8 kilómetros al oeste de la ciudad, en la carretera hacia la capital.

La toma de Gudermés puede ser definitiva para el desarrollo de la ofensiva rusa que pretende aislar Grozni, que ayer volvió a sufrir fuertes bombardeos aéreos y artilleros, y cuyas autoridades se prepararon para resistir y repeler un eventual asalto. El mando ruso subrayó a través de la agencia oficial Itar-Tass que las localidades en torno a la capital «han sido bloqueadas en sus dos terceras partes» y que no es aventurado decir que el cerco sobre la ciudad se cerrará en los primeros diez días de noviembre.

«De hecho controlamos desde el aire, las principales vías y carreteras. Están ocupadas todas las alturas estratégicas en las sierras en torno a la ciudad», añadió el mando tras una jornada de nuevos e intensos bombardeos aéreos sobre Grozni. En el cielo de la capital se pudieron ver durante todo el día varias escuadrillas de aviones de combate rusos y se oyeron fuertes explosiones en la zona de la estación ferroviaria y en un radio de unos 200 metros en torno al palacio presidencial.

Los últimos datos de la ofensiva rusa coincidieron con nuevas informaciones sobre un elevado número de víctimas en bombardeos de convoyes, que según los chechenes son de refugiados que tratan de huir y que para Moscú esconden guerrilleros armados. El primer ministro ruso, Vladímir Putin, calificó como «propaganda malintencionada de los terroristas» las noticias sobre ataques como el que el sábado costó la vida a unas 20 personas, entre ellas tres trabajadores de la Cruz Roja Internacional.