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RAFAEL CAÑAS - WASHINGTON Washington ha emprendido una serie de medidas para reforzar la seguridad de sus ciudadanos y sus instalaciones en Pakistán en previsión de nuevos atentados.

El hecho de que el ataque se lanzara dos días antes de que entren en vigor las sanciones de la ONU contra Afganistán, promovidas por EE UU, por no entregar al presunto dirigente terrorista saudí Osama ben Ladin ha disparado la idea de que los cohetes serían un mensaje. «Es una forma bárbara de enviar un mensaje, si es que lo es», declaró ayer el portavoz de la Casa Blanca, Joe Lockhart, quien insistió en que EE UU sigue decidido a combatir «directamente» el terrorismo, incluso mediante sanciones.

«Los atentados fueron bien coordinados. (La embajada) Fue uno entre varios objetivos seleccionados», señaló el portavoz del Departamento de Estado, James Rubin. Los servicios de información estadounidenses están trabajando para intentar precisar la identidad y los motivos de los autores.

Nueve cohetes lanzados desde tres vehículos aparcados cayeron ayer cerca de la embajada de Washington y un centro cultural estadounidense.
Otras explosiones afectaron a un edificio que alberga las oficinas de Naciones Unidas en Pakistán y varios edificios gubernamentales.
Los cohetes causaron seis heridos, pero entre ellos no había ciudadanos estadounidenses. Sí resultó herido un guardia de seguridad paquistaní, aunque se encuentra fuera de peligro. Los atentados no alcanzaron directamente a los edificios que constituían el objetivo, y sólo rompieron cristales y causaron daños menores en las paredes del centro cultural. A pesar de la posible conexión con Ben Laden, Washington mantiene la prudencia antes de lanzar acusaciones. «No tenemos una conclusión sobre quién es el responsable», aseguró Lockhart. El portavoz de la Casa Blanca pareció reconocer de forma implícita la relación con las sanciones de la ONU, ya que indicó que se trata de un atentado que tiene «claramente un carácter internacional».

«Estamos intentando encontrar más datos y en este momento no está claro quién es responsable», indicó por su parte Mike Hammer, un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de al Casa Blanca.

Mientras tanto, los servicios estadounidenses de seguridad están trabajando a marchas forzadas para intentar reforzar la seguridad de los estadounidenses que trabajan en Pakistán, que en el pasado han sido blanco de numerosos atentados, algunos de ellos mortales. La embajada en Pakistán y las autoridades de ese país están revisando las medidas de seguridad alrededor del edificio diplomático.

Además, el Departamento de Estado ha enviado a su embajada en Pakistán «personal diplomático de seguridad» y ha comunicado a los ciudadanos de Estados Unidos que viven en ese país que «tomen más precauciones», señaló Rubin.