Washington ha emprendido una serie de medidas para reforzar la
seguridad de sus ciudadanos y sus instalaciones en Pakistán en
previsión de nuevos atentados.
El hecho de que el ataque se lanzara dos días antes de que
entren en vigor las sanciones de la ONU contra Afganistán,
promovidas por EE UU, por no entregar al presunto dirigente
terrorista saudí Osama ben Ladin ha disparado la idea de que los
cohetes serían un mensaje. «Es una forma bárbara de enviar un
mensaje, si es que lo es», declaró ayer el portavoz de la Casa
Blanca, Joe Lockhart, quien insistió en que EE UU sigue decidido a
combatir «directamente» el terrorismo, incluso mediante
sanciones.
«Los atentados fueron bien coordinados. (La embajada) Fue uno
entre varios objetivos seleccionados», señaló el portavoz del
Departamento de Estado, James Rubin. Los servicios de información
estadounidenses están trabajando para intentar precisar la
identidad y los motivos de los autores.
Nueve cohetes lanzados desde tres vehículos aparcados cayeron
ayer cerca de la embajada de Washington y un centro cultural
estadounidense.
Otras explosiones afectaron a un edificio que alberga las oficinas
de Naciones Unidas en Pakistán y varios edificios
gubernamentales.
Los cohetes causaron seis heridos, pero entre ellos no había
ciudadanos estadounidenses. Sí resultó herido un guardia de
seguridad paquistaní, aunque se encuentra fuera de peligro. Los
atentados no alcanzaron directamente a los edificios que
constituían el objetivo, y sólo rompieron cristales y causaron
daños menores en las paredes del centro cultural. A pesar de la
posible conexión con Ben Laden, Washington mantiene la prudencia
antes de lanzar acusaciones. «No tenemos una conclusión sobre quién
es el responsable», aseguró Lockhart. El portavoz de la Casa Blanca
pareció reconocer de forma implícita la relación con las sanciones
de la ONU, ya que indicó que se trata de un atentado que tiene
«claramente un carácter internacional».
«Estamos intentando encontrar más datos y en este momento no
está claro quién es responsable», indicó por su parte Mike Hammer,
un portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de al Casa
Blanca.
Mientras tanto, los servicios estadounidenses de seguridad están
trabajando a marchas forzadas para intentar reforzar la seguridad
de los estadounidenses que trabajan en Pakistán, que en el pasado
han sido blanco de numerosos atentados, algunos de ellos mortales.
La embajada en Pakistán y las autoridades de ese país están
revisando las medidas de seguridad alrededor del edificio
diplomático.
Además, el Departamento de Estado ha enviado a su embajada en
Pakistán «personal diplomático de seguridad» y ha comunicado a los
ciudadanos de Estados Unidos que viven en ese país que «tomen más
precauciones», señaló Rubin.
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