Antes de cumplirse el sábado el ultimátum fijado por el Ejército
ruso para que los civiles evacúen Grozni, los rebeldes anunciaron
que abandonan la capital chechena. Los políticos en Moscú
contestaron con irritación y confusos desmentidos al torrente de
protestas en Occidente por el ultimátum militar presentado a los
civiles de Grozni para que abandonen la ciudad so pena de ser
considerados «terroristas» y «aniquilados».
Mientras, el Ejército continuó estrangulando la capital sitiada
y compaginó nuevos bombardeos de artillería con un récord de 150
misiones aéreas de ataque, el mayor número en una sola jornada
desde el comienzo de la nueva campaña chechena. Según el parte
ruso, cazabombarderos Su-25 y bombarderos Su-24 efectuaron 90
misiones sobre Grozni, Urús-Martán, Vedenó, Shalí y el desfiladero
del río Argún, mientras helicópteros de asalto llevaron a cabo
otras 60 operaciones contra reductos chechenes.
El comandante militar de Grozni, Isá Munáyev, anunció que los
guerrilleros empiezan a abandonar Grozni porque «ya cumplieron su
tarea militar en este sector, al haber distraído fuerzas (rusas) de
otros frentes». El mando separatista considera que no tiene sentido
seguir exponiendo a sus hombres a los bombardeos del Ejército ruso,
que a partir del próximo sábado prometió arrasar la capital
chechena. Desde el pasado lunes, la aviación rusa arroja sobre
Grozni octavillas en las que advierte a la población de que hasta
el próximo día 11 debe abandonar la ciudad hacia el noroeste por un
pasillo de seguridad abierto por el Ejército.
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