Durante la misma jornada en la que el presidente estadounidense,
Bill Clinton, se reunía con los responsables israelíes y palestinos
desplazados a Washington para emprender el enésimo intento de
vuelta a las negociaciones de paz, la situación en los territorios
ocupados se recrudeció, reviviéndose episodios tan lamentables como
la muerte de un niño palestino de diez años alcanzado en la cabeza
por balas israelíes cerca de la colonia de Netzarim.
El pequeño Hani As-Sufi no fue la única víctima de la jornada,
dos bomberos palestinos que viajaban en un vehículo del Cuerpo
desde Jan Yunes a la ciudad de Gaza también perdieron la vida bajo
el fuego israelí. El conductor del vehículo, que no resultó herido,
dijo a los periodistas que militares israelíes abrieron fuego desde
una posición cerca de Netzarim. El Ejército israelí salió al paso
de las informaciones palestinas para negar la existencia de tropas
en ese lugar. Por último, un palestino de 32 años murió anoche por
las heridas que le ocasionaron soldados israelíes en un
enfrentamiento registrado por la mañana en la franja de Gaza.
Mientras la Casa Blanca anunciaba que Clinton mantendría durante
la jornada una «sesión de trabajo» con el ministro de Asuntos
Exteriores, Shlomo Ben Amí, y el principal negociados palestino,
Saeb Erakat, a lo largo de la cual estaba previsto discutir los
medios de «hacer avanzar el proceso de Paz», ambas partes se
apresuraron a echar la culpa del nuevo incremento de la violencia a
la contraria.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Yaser Arafat,
advirtió que las últimas «agresiones» israelíes destruirán los
esfuerzos de paz que se están desarrollando. «Estas acciones están
saboteando los intentos estadounidenses para hacer progresar el
proceso de paz», indicó Arafat a su vuelta de El Cairo.
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