El presidente indonesio, Abdurramán Wahid, pidió ayer a sus
compatriotas que no cedan al «pánico», después de una serie de
atentados con bombas perpetrados anoche contra varias iglesias que
provocaron 14 muertos entre la minoría cristiana. Para Wahid, estas
acciones pretenden desestabilizar su Gobierno, que se enfrentan a
una serie de enfrentamientos de origen político o religioso.
El jefe del Estado estimó que esos ataques están «bien
organizados», mientras los analistas destacan su carácter
coordinado. A su juicio, los autores tratarían de agravar el clima
de violencia y de poner en dificultad a Wahid, un líder musulmán
moderado, primer presidente elegido democráticamente en el país en
octubre de 1999. Fuentes policiales indicaron que durante la
Nochebuena se registraron 18 atentados en ocho ciudades del país,
cinco de los cuales se produjeron en Yakarta.
En total perdieron la vida 14 personas, entre ellas dos
policías, y otras 95 resultaron heridas, muchas de las cuales se
encuentran gravemente enfermas, añadió la fuente. Las bombas
tuvieron como objetivo lugares de culto católicos y protestantes,
en momentos en que los fieles asistían a la Misa del Gallo en
Nochebuena. La policía consiguió desactivar otros quince
artefactos, trece en Medan, localidad situada en la isla de
Sumatra, y dos en Yakarta. Todas las bombas eran del mismo tipo:
constituidas por cargas de entre 3'5 y 4 kilos de explosivos y
programadas para estallar a las 23:30 de la noche (hora local).
Varios colaboradores del ex presidente Suharto y miembros del
Ejército fueron acusados por responsables gubernamentales de estar
detrás de una serie de atentados en julio y agosto en Yakarta, uno
de los cuales provocó 10 muertos en el aparcamiento de la Bolsa de
la capital indonesia.
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