El estallido de cinco bombas en distintos lugares públicos de
Manila aterrorizó ayer a los ciudadanos y produjo la muerte de once
personas y heridas a otras 97 Las cuatro primeras explosiones se
sucedieron entre las 12.10 y las 12.40 hora local en el interior de
un vagón del metropolitano repleto de pasajeros, frente a la
Embajada de los Estados Unidos, en una estación de autobuses y en
una terminal de carga y descarga del aeropuerto.
En la estación de metro de Blumentritt murieron once personas y
61 resultaron heridas; en el parque Fergurson, frente a la Embajada
estadounidense, hubo nueve heridos; otra persona murió y 17
resultaron heridas en la estación de autobuses y en el aeropuerto
seis empleados sufrieron diversas lesiones. Unas dos horas después
otro explosivo estalló en una gasolinera ubicada frente a un hotel
del barrio financiero de Manila, en un área comercial que estaba
repleta de gente por ser festivo. Un policía murió y otro resultó
herido.
Partes del cuerpo humano cubiertas con papel de periódico,
heridos con miembros amputados y fallecidos tendidos en el suelo
fueron algunas de las dantescas escenas que dominaron estos lugares
tras las explosiones, y que se unieron al caos y al temor a otros
atentados.
El alcalde de Manila, Lito Atienza, que acudió a la estación de
Blumentritt, donde se produjo la mayor masacre, aseguró que fue «un
trabajo realizado por animales, por personas sin alma». Pocas horas
después, el presidente del país, Joseph Estrada, tras una reunión
urgente con su gabinete y miembros de las Fuerzas de Seguridad, se
dirigió a la nación para lanzar un mensaje de calma y dar el pésame
a los familiares de las víctimas y aliento a los heridos.
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