Un informe médico de este departamento fechado el 4 de marzo de
1997 aseguraba que la exposición al polvo producido por la
explosión de este tipo de munición descargaba un gas que era tóxico
y radiactivo y que «aumenta los riesgos de padecer cáncer
linfático, de pulmón y tumores cerebrales».
Estas informaciones contrastan con las explicaciones dadas por
el Ministerio de Defensa, ya que desde que salieron a la luz los
primeros casos del 'Síndrome de los Balcanes' el Gobierno británico
no ha dejado de afirmar que estas armas no presentan un grave
peligro, ya que no hay ningún estudio que permita establecer una
relación entre la exposición al uranio y el riesgo de contraer
cáncer.
Así lo aseguró el secretario de Estado de las Fuerzas Armadas,
John Spellar, cuando compareció el pasado martes ante la Cámara de
los Comunes para afirmar que «no existe relación demostrable entre
el uso de uranio empobrecido y estas enfermedades». Anunció además
que se iban a realizar exámenes médicos voluntarios a los soldados
que estuvieron en los Balcanes, ya que, en su opinión, aunque no
existe riesgo, todos aquellos que estén preocupados deben tener la
posibilidad de que se les realice un chequeo médico. No obstante,
un portavoz del Ministerio de Defensa trató ayer de restar
importancia a estas informaciones, señalando que este es un
documento científicamente incorrecto, que lleva a confusión y que
fue preparado por una persona que se encontraba en prácticas.
El documento que publicó ayer 'The Guardian' señala también que
los soldados que se acerquen a un vehículo bombardeado por un obús
de uranio están expuestos a niveles de esta materia ocho veces más
elevados de los autorizados en Gran Bretaña. Asimismo, el informe
al que ha tenido acceso este periódico explica que «todo el
personal debe ser advertido que la inhalación de polvo de uranio
supone un riesgo a largo plazo».
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