El Kremlin dio ayer aparente marcha atrás en su veto al empresario
estadounidense Ted Turner para comprar la cadena de televisión NTV,
pero intensificó el acoso a su dueño, el magnate Vladímir Gusinski,
en arresto domiciliario en España.
Mientras altos cargos de la Fiscalía rusa se interesaban en
Madrid por la extradición de Gusinski, acusado de «estafa agravada»
pero convencido de que sufre una «persecución política», en Moscú
apretaban el cerco sobre su grupo de prensa, crítico con el
Kremlin.
Yuri Bagráev, abogado de Gusinski, dijo ayer que la Fiscalía
cumple «un encargo político» del Kremlin y multiplica sus ataques,
porque «se le disipa el caso» que presenta a la Audiencia Nacional
española para apoyar la solicitud de extradición. Bagráev, quien
trabajó 25 años en la Fiscalía General soviética y luego rusa,
afirmó que es «un caso sin precedentes».
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