Los restos mortales del presidente asesinado de la República
Democrática del Congo (RDC), Laurent Kabila, fueron sepultados ayer
en Kinshasa, la capital del país, tras unas exequias en las que
cientos de miles de personas desfilaron frente al féretro para
rendir su último homenaje.
Después de un servicio religioso, los restos de Kabila fueron
trasladados en las primeras horas de la tarde al conocido como
Palacio de la Nación, donde recibieron sepultura en un antiguo
mausoleo de mármol blanco, remodelado a toda prisa desde el pasado
fin de semana, en el jardín central del complejo.
El edificio era utilizado por el fallecido como despacho de
trabajo y se alza junto al río Congo, cuyos cinco kilómetros de
ancho en ese tramo de cauce separan a Kinshasa de Brazzaville,
capital de la vecina República del Congo.
Seis líderes de gobiernos extranjeros y representantes
diplomáticos de los 86 países con embajadas acreditadas en Kinshasa
presentaron sus respetos al presidente asesinado, mientras que
decenas de miles de ciudadanos congoleños se congregaron cerca del
mausoleo para la despedida final a su líder. La inhumación tuvo
lugar después de tres días de honras fúnebres, que se iniciaron el
pasado sábado en honor al presidente.
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