Israel acude hoy a las urnas con un ánimo relativamente indiferente
para unos comicios que, según los equipos de campaña de ambos
candidatos, podrían suponer la elección entre la guerra y la paz.
Ello se debe al convencimiento casi general de que la victoria será
para Ariel Sharon, el candidato del partido de derecha Likud, a
quien las últimas encuestas siguen dando un margen más que sobrado
de votos sobre su contrincante, el actual primer ministro, Ehud
Barak.
La amenaza, lanzada por los sindicatos de trabajadores
municipales, de que impedirían el voto en las 35.000 escuelas que
sirven de colegios electorales ha sido desautorizada por la central
sindical mayoritaria, Histadrut. Desde hace más de una semana,
todas las ciudades israelíes se ven invadidas de basura sin recoger
y colegios y centros de atención primaria, entre otros, se
encuentran en huelga.
Mientras, Israel ha cerrado el aeropuerto de Gaza y la frontera
terrestre de Rafah, entre Gaza y Egipto, en represalia por la
muerte ayer de un soldado israelí en ese territorio. La orden de
clausurar el aeropuerto de Gaza y el paso fronterizo de Rafah fue
emitida por el propio Barak, aunque según la radio estatal la
medida se debió a «los disparos de palestinos contra tropas
israelíes» en esa zona.
Según las fuentes palestinas, el soldado resultó herido de bala
en un enfrentamiento armado con palestinos, y murió posteriormente.
Poco después, el Ejército israelí informó a la Autoridad de
Aviación Civil palestina que cerraba el aeropuerto de Gaza hasta
nueva orden. La frontera de Cisjordania con Israel también estará
cerrada hoy con motivo de las elecciones. La Yihad Islámica amenazó
ayer con «dar golpes muy dolorosos a Israel en los próximos días»,
tras la muerte de uno de sus combatientes el pasado sábado por la
noche a manos del Ejército israelí en la franja de Gaza.
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