La Casa Blanca y el Congreso de EEUU analizan diversas medidas para
frenar la inmigración ilegal mientras numerosas organizaciones
propugnan una amnistía para los más de seis millones de extranjeros
indocumentados que residen en este país.
Aunque el presidente estadounidense, George W. Bush, ha
reconocido la contribución de los inmigrantes al desarrollo
nacional, ha dejado claro que adoptará medidas de rigor para
reducir al mínimo el número de indocumentados que anualmente entran
en Estados Unidos.
Según datos del Servicio de Inmigración de EE UU, casi el 70% de
estas personas procede de México, aunque también es significativo
el número de quienes vienen de otras naciones latinoamericanas aun
a sabiendas de los peligros que existen en los 3.200 kilómetros de
frontera.
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