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La colocación ayer de dos bombas en edificios del centro de dos de las ciudades más importantes de Italia, Roma y Turín, han despertado el temor de las autoridades a una amenaza terrorista, un peligro latente que reaparece cada cierto tiempo en el país. Un potente artefacto estalló en la madrugada de ayer en la sede del Instituto de Asuntos Internacionales (IAI) y de la Asociación para las relaciones entre Italia y EE UU, en las inmediaciones de la Piazza del Popolo, en el casco histórico de la capital italiana, sin causar víctimas ni heridos. Poco mas tarde, otra bomba, en este caso de pequeña potencia y fabricación casera, fue localizada antes de explotar ante las antiguas oficinas de la Fiat en Turín.

El ministro italiano del Interior, Enzo Bianco, afirmó que lo sucedido en Roma, «por el tipo de explosión y la modalidad de la acción», responde a «un auténtico ataque terrorista», mientras que el jefe del Ejecutivo, Giuliano Amato, subrayó que «merece toda la atención» del Estado. Los temores se confirmaron con la llegada a los principales periódicos italianos, vía correo electrónico, de la reivindicación de la bomba que explotó en la capital por un grupo ya conocido, denominado «Núcleo de Iniciativa Proletaria Revolucionaria».

Enmarcado por los investigadores en el entorno y en la tradición de las Brigadas Rojas, este grupúsculo ya había colocado el 16 de mayo de 2000 un artefacto similar, que no llegó a explotar, en el edificio de la Comisión de estudio y vigilancia de la normativa anti-huelga. En las 36 páginas remitidas a los rotativo italianos con la atribución del atentado, se señala que el objetivo era, al unísono, el IAI y la asociación ítalo-norteamericana, y se analiza la situación internacional y la italiana, con especial atención al derecho de huelga y a las supuestas tentativas de limitarlo. Pese a su coincidencia en el tiempo, los investigadores descartan por el momento su conexión con el artefacto rudimentario y de escasa potencia colocado en Turín.