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EFE-CINCINNATI El alcalde de Cincinnati, Charles Luken, sopesa decidir, ante la tensa calma imperante, si prolonga el toque de queda que impuso el jueves en la ciudad, alterada durante una semana por violentos disturbios raciales tras la muerte de un joven negro por disparos de la policía. Ayer, después del funeral del niño negro, se registraron incidentes aislados. Durante las tres noches de vigencia del toque de queda han sido detenidas 218 personas por desoír la prohibición de transitar en la ciudad entre las 23.00 y las 08.00 horas.

El alcalde aseguró que la aparente calma podría ser una señal de que se empieza a recuperar la normalidad, un logro en el que han tenido activa participación los líderes negros y grupos religiosos de la ciudad. Precisamente ayer el alcalde y los líderes cívicos de raza negra de Cincinnati se reunieron para intentar hallar una salida a la crisis racial de la ciudad, alentados por la conducta pacífica de los asistentes al entierro del joven negro asesinado por un policía blanco. Los comerciantes de Cincinnati (Ohio) han reclamado la suspensión inmediata del toque de queda a pesar de que fueron saqueados muchos de sus negocios.

Decenas de comercios fueron parcialmente destruidos por enardecidos grupos que durante cinco días protestaron con violencia por la muerte del joven negro Timothy Thomas, de 19 años, al ser tiroteado el pasado día 7 por el agente de policía de raza blanca Steve Roach cuando comenzó a huir al ser interceptado. Luken declaró que existe la posibilidad de levantar el toque de queda.

Las pruebas del homicidio, ocurrido cuando Thomas, con antecedentes penales por delitos menores, fue requerido por Roach, serán presentadas hoy ante un gran jurado, que deberá determinar si estuvo justificada la acción del policía. La muerte del joven negro también es investigada por abogados de la sección de derechos civiles del Departamento de Justicia, que además revisan los procedimientos y prácticas policiales de la ciudad, y por la policía federal (FBI).